04-Reforma s. XVI

Bautista reformado o deformado? Por Daniel Caballero

La tesis principal de Matthew Bingham en su libro “Orthodox Radicals: Baptist Identity in the English Revolution” es que es anacronistico llamar a los credobautistas del siglo XVII bautistas.[1] La categoría teológica “bautista” en su sentido denominacional es una categoría que tuvo lugar en el siglo XVIII, por lo cual es una imposición anacronistica histórica y teológica llamar “bautista” a los teólogos credobautistas del siglo XVII, hacerlo es problemático.[2] Para Bingham es mejor comprender a dichos “bautistas” del siglo XVII como congregacionalistas con una postura credobautista.[3] Por ejemplo, Bingham afirma que es incorrecto hablar de Bautistas Particulares y Bautistas Generales durante el siglo XVII, simplemente porque en el siglo XVII no habían bautistas de la manera como dicho termino se comprendió y usó a partir del siglo XVIII en adelante. Bingham escribe:

Una de las principales tareas de mi libro «Orthodox Radicals» es desalentar la suposición reflexiva de que un libro sobre los «bautistas» de mediados del siglo XVII debería contener naturalmente descripciones de todos los diversos «tipos de bautistas» -de la misma manera que un libro sobre pasteles debería asegurarse de tratar la zanahoria, el bizcocho y el Lemon Chiffon. Este libro no trata los diversos «tipos de bautistas» durante la Revolución Inglesa porque, como sostengo a lo largo de lo que sigue, en esa época no había «tipos de bautistas». La categoría misma de «bautista» fue un desarrollo del siglo XVIII e imponerla a mediados del siglo XVII es pensar de forma anacrónica en el pasado. El hábito de describir como «bautistas» a todos y cada uno de los que rechazan el paidobautismo puede ser o no una forma coherente de taxonomizar a los creyentes en períodos posteriores, pero, como demostrará este libro, no nos ayuda a comprender mejor los debates sobre el bautismo durante la Revolución Inglesa.[4]

Bingham está en lo correcto. Uno de los errores denominacionales comunes en la historiografía es la de apropiar héroes de la fe del pasado como si fueran parte de una denominación en particular solo porque comparten alguna característica común, en doctrina o práctica, con dicha denominación o iglesia. Este error ha sido particularmente dominante en la historiografía bautista – tanto de autores arminianos como calvinistas – de describir como “suyos” a cualquier personaje importante de la historia solo porque rechazo el bautismo de infantes. En otras palabras, de la misma manera que es errado afirmar que los montanistas, albigenses o anabaptistas eran bautistas porque rechazaban el bautismo de infantes, de la misma manera es errado afirmar que Thomas Patient (1591-1666), John Spilsbury (1593-1662) o Benjamin Coxe (1595-1676) eran bautistas solo porque rechazaban el bautismo de infantes.

El hecho de que dos grupos históricos sostengan una postura teológica en común no los hace iguales, o los emparenta. Correlación no significa causalidad. De la misma manera que sería absurdo pensar que porque dos personas tienen los mismos gustos musicales, también deben tener los mismos gustos en cuanto a deportes, comida, y política, es absurdo pensar que porque dos grupos históricos rechazaron una doctrina particular entonces deben tener en común también las demás doctrinas. Esto es en el mejor de los casos anacronismo histórico, y en peor de ellos reduccionismo: tomar un punto o una categoría teológica y practica y convertirla en un todo. Comprender la distinción historiográfica que hace Bingham es crucial para evaluar de manera más concienzuda algunos de los debates que están teniendo lugar en nuestro contexto actual.

¿Es el credobautismo compatible con una teología reformada?

Depende como se defina credobautismo, y teología reformada. Si lo es, sí solo si definimos:

a. “Credobautismo” como aquella postura que indica que es necesaria la fe del sujeto que recibe el sacramento del bautismo para la recepción del mismo; y

b. Teología reformada en su sentido holístico histórico, es decir, “reformado” como un adjetivo que modifica a católico (Católico reformado), en lugar de un sustantivo. Es decir, católicos no romanos que buscan reformar su teología de acuerdo a los principios de la reforma.

Si se define en este sentido entonces un buen número de los reformadores de la primera generación eran credobautistas. Zwinglio y la rama anabautista eran credobautistas en este sentido. Para varios historiadores la teología desarrollada al inicio por Lutero en Wittenberg era credobautista en este sentido. Lutero creía en la necesidad del ejercicio de una fe personal del infante para asegurar la validez del sacramento del bautismo. Dado que el infante no podía articular palabras, alguien mas, en este caso su padrino, articulaba una confesión de fe por el infante. Pero en la teología de Lutero el infante estaba ejerciendo una fe personal, solo que era incapaz de articularla de manera verbal. La postura presbiteriana paidobautista se desarrolla principalmente en Ginebra por Juan Calvino a mediados del siglo XVI, unos 40 años antes que la postura credobautista se desarrollara con más lucidez en Inglaterra a finales del siglo XVI. Es imposible en 300 palabras desarrollar de manera comprensiva la postura credobautista desde una perspectiva histórica. Puede ver en la nota tres libros sobre el tema para aquellos que deseen profundizar.[5] Baste aquí decir que una postura credobautista es compatible, y fue considerada como compatible con la tradición reformada de los siglos XVI y XVII. 

¿Bautista reformado o reformado credobautista?

¿Ha usted oído alguna vez a algún presbiteriano describirse a sí mismo como “presbiteriano reformado”? Yo no; pero si he escuchado a muchos bautistas describirse como “bautistas reformados”. ¿Cuál es la diferencia entre un bautista reformado y un reformado credobautistaUn bautista reformado es aquel que se identifica primariamente con la tradición bautista desarrollada a partir de los siglos XVIII en adelante, mientras que un reformado credobautista se identificaría primariamente con la tradición cristiana desarrollada desde el primer siglo en adelante – incluyendo la era patrística y medieval, pero especialmente con los siglos XVI y XVII. Un bautista reformado, como su nombre lo indica, es un bautista que ha adoptado algunos puntos teológicos distintivos elementales de la teología reformada, pero niega algunos elementos esenciales de dicha tradición. Un reformado credobautista es alguien que se identifica plenamente con la tradición reformada, pero sostiene una postura credobautista. En otras palabras el sostener una postura “credobautista” no convierte a alguien automáticamente en bautista. Si usamos categorías derivadas de la eclesiología, entonces han habido luteranos, presbiterianos, anglicanos y congregacionalistas durante los siglos XVI y XVII que han sostenido una postura credobautista, pero esto no los convierte en bautistas. El credobautismo es una postura relacionada con el sacramento del bautismo, mientras que “bautista” es una denominación. 

J.V. Fesko, por ejemplo, hablando de los más grandes exponentes de la teología reformada considera a John Gill (1697-1771), como uno de los teólogos principales de la teología reformada.[6] Fesko considera a Gill como un reformado con una postura credobautista en lugar de un bautista reformado. Richard Muller hace una defensa similar de John Gill considerándolo un teólogo reformado más que bautista, a pesar de sostener una postura credobautista.[7] Un caso similar al de John Gill es el de los “bautistas” del siglo XVII. Una taxonomía mas apropiada para describirlos seria como “reformados credobautistas” en lugar de “bautistas reformados”. 

Tomemos por ejemplo el caso del teísmo clásico. La doctrina de Dios que afirma atributos como la simplicidad divina y la impasibilidad de Dios. Estas doctrinas eran doctrinas consideradas de primer orden, y esenciales en toda confesión reformada de los siglos XVI y XVII, y durante toda la historia de la iglesia. Sin embargo, supongamos que un grupo de teólogos que se identifican como “bautistas reformados” niegan o redefinen dichas doctrinas. Dicho grupo puede sostener dicha postura e identificarse como “bautista reformado”, pero no como “reformado credobautista”. La negación del teísmo clásico es un error de primer orden, un error que considero no debemos tener ningún reparo en llamarlo herejía.

Un reformado credobautista le prestara mayor atención a los credos desarrollados en los siglos I-V que a la confesión de fe de Londres de 1689, sin negar la importancia de esta última. Son las confesiones de fe las que deben de ajustarse a los credos, y no al revés. Un “bautista reformado” será más sectario en su compresión de la historia y la tradición teológica que un “reformado credobautista”. 

Conclusión 

Lo esencial de la teología reformada es su catolicidad. La teología reformada se identifica con la teología cristiana como un todo, desde la era de los padres de la iglesia hasta la actualidad. Su primera lealtad se encuentra hacia una catolicidad, reformada por la Palabra de Dios, en lugar de a un distintivo denominacional particular. Las denominaciones y los distintivos son importantes. Es por esto que tenemos diferentes confesiones de fe dentro de la teología reformada, muestra de la variedad dentro de la misma. Pero estos distintivos son secundarios. La teología reformada trasciende y es anterior a cualquier denominación protestante surgida en los siglos XVII y XVIII, ya sea presbiteriana, bautista o cualquier otra. 

La próxima vez que hablemos de Benjamin Keach (1640-1704), John Bunyan (1628-1688) o Hanserd Knollys (1599-1691) refiramos a ellos como “reformados credobautistas” en lugar de “bautistas reformados” o “bautistas calvinistas”. Esta es una mejor categoría taxonómica histórica y teológica.

Creo que en Latinoamérica en este momento tenemos tanto bautistas reformados y reformados credobautistas bajo la etiqueta de bautista. Sin embargo, esta misma taxonomía podría aplicarse a otras denominaciones como la presbiteriana. Podríamos hablar también de “presbiterianos reformados” (distinguiéndolos de los presbiterianos liberales), y “reformados presbiterianos” (como aquellos dentro de la tradición reformada que sostienen una postura presbiteriana con respecto al gobierno de la iglesia). Pero esto es tema de otra conversación.

Daniel Caballero.

Más artículos del autor aqui.

Más artículos sobre el tema, aqui. 

Daniel Caballero

Acerca del autor:
Daniel Caballero nació en Lima, Perú. BSc. Universidad Nacional Agraria La Molina (Peru); BA, Seminario Teológico Bautista (Peru); Postgrado en Teología, The London Theological Seminary (Inglaterra); ThM-Teologia Histórica., Westminster Theological Seminary (USA); Higher Certificate Diploma, Early Modern European Studies, Royal Holloway, University of London (Inglaterra); PhD (por completar), Queens University Belfast (Irlanda del Norte)

Especialización en John Owen y Puritanismo ingles. Daniel ha escrito numerosos artículos sobre puritanismo, teología bíblica y cultura. Su campo de especialización es en estudios de la Reforma y Post-Reforma (Puritanismo). Ha vivido por 13 años en Reino Unido, donde tuvo la oportunidad de profundizar estudios Teológicos. Es misionero enviado de Inglaterra para el servicio en desarrollo de educación teológica. Actualmente vive en Belfast mientras concluye un doctorado en la teoría política de John Owen. Esta casado con Ellie.

Notas:


[1] Matthew C. Bingham, Orthodox Radicals: Baptist Identity in the English Revolution, Oxford Studies in Historical Theology, (New York, NY: Oxford University Press, 2019).

[2] Matthew C. Bingham, Orthodox Radicals: Baptist Identity in the English Revolution, Oxford Studies in Historical Theology, (New York, NY: Oxford University Press, 2019), 10.

[3] Matthew C. Bingham, Orthodox Radicals: Baptist Identity in the English Revolution, Oxford Studies in Historical Theology, (New York, NY: Oxford University Press, 2019), 44, 92.

[4] Matthew C. Bingham, Orthodox Radicals: Baptist Identity in the English Revolution, Oxford Studies in Historical Theology, (New York, NY: Oxford University Press, 2019), 10-11.

[5] Estos tres libros son esenciales puntos de inicio: Paul Jewett, El Bautismo de Infantes y el Pacto de Gracia; Everett Ferguson, Baptism in the Early Church: History, Theology, and Liturgy in the First Five Centuries; Bruce Gordon, Zwingli: God’s Armed Prophet (Este libro no es directamente sobre el bautismo, pero es una excelente biografia sobre Zwinglio, mostrando las diversas controversias sobre el bautismo al inicio de la reforma). 

[6] J.V. Fesko, The Covenant of Redemption: Origins, Development, and Reception ( Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 2016), 111.

[7] Richard Muller, “John Gill and the Reformed Tradition: A study in the Reception of Protestant Orthodoxy in the Eighteenth Century”, en The Life and Thought of John Gill (1697-1771): A Tercentennial Appreciation, ed. Michael A. Haykin (Leiden: Brill, 1997), 51.

3 respuestas »

  1. Interesante artículo, necesario para profundizar en el tema, aún recuerdo que hace años leí un libro llamado; Rastro de sangre, fue un libro muy divertido, considerando que apenas iniciaba en mi búsqueda por la verdad, me di cuenta pronto que no era posible afirmar dichas proposiciones, ahora voy aprendiendo más del tema y seguro necesitaré profundizar más.

    Me gusta

  2. En honor a la verdad, nunca había meditado en este reduccionismo.
    Tampoco había diferenciado el «bautista reformado» y el «reformado credobautista».

    Por esas razones, agradezco profundamente este artículo.

    Me gusta

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.