Debe predicarse el evangelio en el evangelismo.
Para ser fiel a la perspectiva bíblica, toda predicación debe ser, en cierto sentido, predicación del evangelio. Mi inquietud en torno al evangelismo es porque en ocasiones se recalca mas la necesidad de tener una respuesta de parte de los oyentes que una clara exposición del evangelio. Decirles a las personas que es necesario acercarse a Jesús, que deben nacer de nuevo al aceptarlo como Salvador, que deben comprometer sus vidas para con Cristo, etc., no es predicar el evangelio. Hacer esto es, en el mejor de los casos, decirles lo que deben hacer, o, si se esta hablando del nuevo nacimiento, aquello que tiene lugar una vez que ya han recibido el evangelio. Es notable que en Hechos 2 el sermón de Pedro no contenga un llamamiento. El llamamiento provino, en un sentido, de la congregación: “¿Qué haremos?” Fue el poder y la claridad del mensaje del evangelio lo que los impresiono con la necesidad de responder al mismo.
El sermón evangelístico, como lo vemos en Hechos, debe contener otros elementos fuera de lo que se considera estrictamente el evangelio. Es importante hablarles a las personas de la necesidad del evangelio, de la necesidad que sienten y de su necesidad real. Pero hablarles de su necesidad del evangelio, no es tampoco predicar el evangelio.
Debe predicarse el evangelio en el discipulado y crecimiento espiritual.
Hasta que no hayamos explicado lo que Dios ha hecho por nosotros en el evangelio, es decir hasta que no hayamos predicado el evangelio, no debemos explicar los beneficios de recibir el evangelio, ni los peligros de ignorarlo. Decirles a las personas que pueden escoger entre el cielo y el infierno no es predicarles el evangelio. Si bien es importante decirles, como lo hizo Pedro, que el arrepentimiento y la fe van de la mano con el don del Espíritu Santo, esto en si mismo tampoco equivale al Evangelio.
Si la certeza de la salvación se expresa en primera persona, en algo que yo haya hecho, algo esta mal. Cuando se pregunta, por ejemplo “¿Como sabes que Dios te aceptara?”, y responden: “Dios me aceptara porque tengo a Jesús en mi corazón”, “Porque le pedí a Cristo que entrara en mi vida”, “Porque el Espíritu Santo esta en mi”, etc., entonces en ese caso se hace necesario repasar el fundamento del evangelio para poder entender en que afirmamos nuestra seguridad. Por el contrario, debemos regocijarnos cuando la respuesta a esta pregunta se hace en tercera persona, “¿Como sabes que Dios te aceptara?”: “Porque Dios dio a su único Hijo para morir en la Cruz por mi”, “Jesús murió, resucito y esta en el cielo por mi”. Existe una diferencia fundamental entre centrar la seguridad de salvación y el evangelio en la obra perfecta y terminada de Cristo, en lugar de enfocarla en la obra inconclusa de crecimiento espiritual en mi vida. La primera se basa en lo Cristo ha hecho por mi, la segunda en lo que yo hago.
Debe predicarse el evangelio como la base de nuestra ética cristiana.
Decir que necesitamos el evangelio para comenzar y continuar en la vida cristiana puede ser engañoso, pero es absolutamente cierto. Y es que, el problema surge cuando el evangelio es visto solo como el punto de inicio de la vida cristiana, la única forma de continuar es por la ley; sin embargo, la perspectiva expuesta con base en la Escritura, es que necesitamos el evangelio para crecer. La santificación es la justificación en acción. La predicación bíblica es una exposición del evangelio y sus consecuencias. Si bien, no siempre nos centramos en la esencia del evangelio, ningún texto brindara su verdadera significación a menos que entendamos como armoniza con el evangelio.
Conclusión.[1]
¿Es el evangelio primariamente acerca de lo que yo debo hacer? ¿O es primariamente acerca de lo que Cristo ya ha hecho por mi? La diferencia entre la primera y la segunda es la diferencia entre legalismo y gracia, entre salvación por fe y por obras, y ultimadamente entre cielo e infierno. Lo que debo hacer en respuesta al evangelio es consecuencia de lo que Cristo ya ha hecho por mi. Sin embargo, creo que es un mal común en Latinoamérica hacer una invitación al evangelio al final de una predicación cuando en realidad no se ha explicado el evangelio. El riesgo de este tipo de predicación es en el mejor de los casos una vida cristiana que comienza por fe, pero se vive por Ley. Y en el peor de los casos, conversiones falsas y “creyentes” no convertidos dentro de nuestras Iglesias. Que Dios nos ayude a predicar el evangelio fielmente.
Acerca del autor:
Graeme Goldsworthy (1934-). Cambridge University (MA), Union Theological Seminary (ThM, PhD). Teólogo Australiano, especialista en estudios del Antiguo Testamento y Teología Bíblica. Ocupo la cátedra principal en Teología Bíblica en ‘Moore Theological College’ Australia, hasta su retiro. Goldsworthy a través de Moore a popularizado y aplicado la Teología Bíblica a la Predicación durante todo su ministerio. Entre sus obras mas conocidas se encuentran; “Como Predicar de Cristo usando Toda la Biblia”, “El Cordero y el León”, “El Evangelio y El Reino”, “De acuerdo al Plan: El Desarrollo de la Revelación de Dios en la Biblia”, entre mucho otros.
Adaptado de: Graeme Goldsworthy, “Como Predicar a Cristo usando toda la Biblia”, editorial Torrentes de Vida (2012), pg. 138-140
[1] Conclusión añadida por los editores de “Teología para Vivir”.