Un tema común de debate entre los teólogos radica en la cuestión de si los seres humanos son básicamente buenos o básicamente malos. Esta cuestión gira en torno a la palabra básicamente. Existe un consenso prácticamente universal de que nadie es perfecto. Todos aceptamos la máxima de que “errar es humano”.
«Esto digo, pues, y afirmo juntamente con el Señor: que ustedes ya no anden así como andan también los Gentiles (paganos), en la vanidad de su mente. Ellos tienen entenebrecido su entendimiento, están excluidos (separados) de la vida de Dios por causa de la ignorancia que hay en ellos, por la dureza de su corazón. Habiendo llegado a ser insensibles, se entregaron a la sensualidad para cometer con avidez toda clase de impurezas.» Efesios 4.17–19
¿Son los seres humanos básicamente buenos por naturaleza?
La Biblia nos dice que “todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). A pesar de este veredicto sobre las limitaciones de los humanos, nuestra cultura, dominada por el humanismo, persiste en creer que el pecado es algo periférico o tangencial a nuestra naturaleza. No obstante, tenemos fallas por causa del pecado. Nuestros registros morales exhiben manchas. Pero de algún modo pensamos que nuestra maldad reside en la periferia de nuestro carácter, apenas lo roza, y nunca puede penetrar a nuestro centro interior. Se supone, básicamente, que las personas son inherentemente buenas, con quizá algunos pequeños errores. Esto es, sin embargo, completamente falso.
Después de haber sido liberado de su cautiverio en Iraq y haber experimentado de primera mano la corrupción de los métodos de Saddam Hussein, uno de los rehenes declaró: “A pesar de todo lo que padecí, nunca perdí mi confianza en la bondad básica de las personas”. Es posible que este punto de vista descanse en parte en una escala variable de relativa bondad o maldad de la gente. Es obvio que algunas personas son más malvadas que otras. Al lado de Saddam Hussein o Adolfo Hitler, cualquier pecador del montón se parece a un santo. Pero si elevamos nuestra mirada hacia el estándar supremo de bondad —el carácter santo de Dios— nos damos cuenta de que lo que se presenta como una bondad en un nivel terrenal es corrupto hasta la cabeza.
¿Qué significa la depravación total o corrupción radical?
La Biblia nos enseña la total depravación de la raza humana. La depravación total significa la corrupción radical. Debemos tener cuidado de observar la diferencia que existe entre la depravación total y la depravación completa. Ser completamente depravados es ser tan malos como es posible ser. Hitler era extremadamente depravado, pero podría haber sido todavía peor. Yo soy un pecador. Pero podría pecar más a menudo y mis pecados podrían ser más graves que los que peco en realidad. No hago cosas completamente depravadas, pero sí soy totalmente depravado. La depravación total significa que yo y todos los demás somos depravados o corruptos en todo nuestro ser. No hay ninguna parte de nosotros que no haya sido alcanzada por el pecado. Nuestras mentes, nuestras voluntades, y nuestros cuerpos se han visto afectados por el mal. Hablamos palabras pecaminosas, desarrollamos acciones pecaminosas, tenemos pensamientos impuros. Nuestros propios cuerpos padecen los estragos del pecado.
“Y El les dio vida a ustedes, que estaban muertos en (a causa de) sus delitos y pecados, en los cuales anduvieron en otro tiempo según la corriente (la época) de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. Entre ellos también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente (de los pensamientos), y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.” Efesios 2.1–3
Posiblemente la expresión corrupción radical sea más feliz que la expresión “depravación total” para describir nuestra condición caída. Utilizo la palabra radical no tanto como sinónimo de “extremo” sino en el sentido de su significado original. La palabra radical proviene de la palabra latina que significa “raíz”. Nuestro problema con el pecado es que está radicado en el centro de nuestro ser. Cala en lo profundo de nuestros corazones. Debido a que el pecado está en lo más profundo de nuestro ser y no simplemente en el exterior de nuestras vidas es que la Biblia dice:
Como está escrito: “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se han desviado, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Romanos 3.10–12
Conclusión.
Por causa de esta condición se escucha el veredicto de la Escritura: estamos “muertos en delitos y pecados” (Efesios 2:1); hemos sido “vendidos al pecado” (Romanos 7:14); hemos sido llevados “cautivos a la ley del pecado” (Romanos 7:23) y somos “por naturaleza hijos de ira” (Efesios 2:3). Solamente el poder vivificador del Espíritu Santo puede sacarnos de este estado de muerte espiritual. Es Dios quien nos vuelve a la vida mientras nos convierte en hechura suya (Efesios 2:1–10). [1]
Resumen
- El humanismo considera que el pecado se encuentra en el borde o la periferia de la vida humana. Considera que los seres humanos son básicamente buenos.
- El cristianismo bíblico enseña que el pecado cala hasta lo más profundo de nuestras vidas.
- La depravación total no significa la depravación completa. No somos tan malos como podríamos ser.
- La corrupción radical subraya la pecaminosidad que alcanza hasta lo más profundo de nuestros corazones.
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Acerca del autor:
Robert Charles Sproul (1939-). Westminster College, Pennsylvania (BA), Pittsburgh-Xenia Theological Seminary (M.Div.), Free University of Amsterdam (PhD), Whitefield Theological Seminary (PhD). Ha sido profesor de teologia en diversos seminarios en los Estados Unidos. Es un conocido teólogo y pastor americano, autor de muchos libros. Es fundador y director de “Ministerios Ligonier”, y conduce un programa de radio diario llamado ‘Renovando tu mente’. Sproul ha servido como pastor en la Iglesia de Saint Andrews en Florida (US). Actualmente trabaja con la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos (PCA), y ha sido miembro también de la ‘Alianza de Evangélicos Confesantes’ (Alliance of Confessing Evangelicals). Es autor de mas de 100 libros, de los cuales estan disponibles en español; “Las Grandes Doctrinas de la Biblia” (1996); “Como estudiar e interpretar la Biblia”(1996); “Escogidos por Dios” (2002); “La Santidad de Dios” (1998); entre muchos otros.
[1] R.C. Sproul, Las grandes doctrinas de la Biblia (Miami, FL: Editorial Unilit, 1996), 167–169.
Categorías:Hombre, Pecado y Pactos, Sproul, R.C., Teologia Sistematica