Puede parecer raro y absurdo formular esta pregunta, sin embargo, nuestras mejores intenciones con frecuencia se debilitan por estados de ánimo y caprichos. El estudio de la Biblia muchas veces queda a un lado. Por tanto, antes de examinar las guías prácticas para el mismo, revisemos algunas de las más sólidas razones para estudiar la Biblia.
Dos mitos
Primero veremos algunas de las razones que da la gente para no estudiar la Biblia. Estas “razones” con frecuencia contienen mitos que llegan a convertirse en “verdades” para muchos a fuerza de mucha repetición. El mito que ocupa el primer lugar en nuestra galería de excusas es la idea de que la Biblia es demasiado difícil de entender para una persona normal.
Mito 1: La Biblia es tan difícil de entender que sólo los teólogos con muchos conocimientos y preparación técnica pueden manejar las Escrituras.
Este mito es repetido a menudo por personas sinceras. La gente dice: “Sé que no puedo estudiar la Biblia, porque cada vez que trato de leerla no la entiendo”. Cuando alguien dice eso, quizás espera escuchar: “Está bien, te entiendo. Realmente es un libro muy difícil, y, a menos que te hayas preparado en un seminario, quizás no deberías acercarte a él.” O tal vez desea oír decir: “Lo sé, es muy sombrío, muy profundo. Te admiro por tus incansables esfuerzos, tu trabajo tenaz por tratar de resolver el enigma místico de la Palabra de Dios. Es triste que Dios haya escogido hablarnos en un lenguaje tan obscuro y esotérico que sólo los sabios lo pueden captar”. Esto, temo, es lo que muchos desearíamos oír. Nos sentimos culpables y queremos acallar nuestras conciencias por descuidar nuestro deber como cristianos.
Cuando expresamos este mito, lo hacemos con una facilidad asombrosa. Este mito se repite tan frecuentemente que no esperamos que sea puesto en tela de juicio. Sin embargo, sabemos que como adultos maduros en la civilización occidental podemos entender el mensaje básico de la Biblia.
Si podemos leer el periódico, podemos leer la Biblia. De hecho, me atrevería a decir que hay palabras y conceptos más difíciles que se expresan en la primera plana de un periódico que en la mayoría de las páginas de la Biblia.
Mito 2: La Biblia es aburrida.
Si presionamos a las personas a que nos expliquen lo que quieren decir cuando expresan el primer mito, por lo general responden: “Bueno, supongo que puedo entenderlo, pero francamente ese libro me mata de aburrimiento”. Esta declaración refleja, no tanto una falta de habilidad para entender lo que se lee sino un gusto y preferencia por lo que se considera interesante y emocionante.
La preponderancia del aburrimiento que la gente experimenta con la Biblia la advertí hace varios años al ser contratado para enseñar las Escrituras en una universidad cristiana. El presidente de la institución me llamó por teléfono y dijo: “Necesitamos alguien joven y estimulante, alguien con un método dinámico que pueda darle vida a la Biblia’ ”. Tuve que forzarme a comerme mis palabras. Quería decir: “¿Usted quiere que le dé vida a la Biblia? No sabía que estuviera enferma. ¿Qué doctor la atendió antes de su fallecimiento?” No, no puedo darle vida a la Biblia para nadie. La Biblia está viva. A mí me hace cobrar vida.
Cuando las personas dicen que la Biblia es aburrida me hacen preguntarme por qué. Los personajes bíblicos están llenos de vida. Existe una pasión especial en cuanto a ellos. Sus vidas revelan drama, aflicción, lascivia, crimen, devoción, y todo aspecto concebible de la existencia humana. Hay reprimenda, remordimiento, contrición, consuelo, sabiduría práctica, reflexión, psicología, y, ante todo, verdad. Quizás el desinterés que algunos experimentan, se deba a lo anticuado del material que puede parecemos ajeno. ¿Cómo se relaciona la vida de Abraham-que vivió hace tanto tiempo y tan lejos-con nosotros? Aunque su ambiente fuese diferente al nuestro, sus luchas e intereses son muy semejantes.
Cualquier persona puede comprender el mensaje básico de la Biblia debido a la claridad de la Escritura
En el siglo XVI, los reformadores declararon su entera confianza en lo que denominaron la “perspicuidad” de la Escritura. A lo que se referían con ese término técnico era a la claridad de las Escrituras. Afirmaban que la Biblia era clara y lúcida. Es lo suficientemente sencilla para que cualquier persona letrada pueda entender su mensaje básico. Esto no significa que todas las partes de la Biblia sean igualmente claras o que no haya en ella pasajes o secciones difíciles. Los laicos sin preparación en cuanto a lenguas antiguas y los aspectos críticos de la exégesis pueden tener dificultad con algunas partes de la Escritura, pero el contenido esencial es lo suficientemente claro para ser entendido con facilidad. Lutero, por ejemplo, estaba convencido de que lo que era oscuro y difícil en una parte de la Escritura, se afirmaba con mayor claridad y sencillez en otras partes de la Escritura.
Algunas partes de la Biblia son tan claras y sencillas que resultan ofensivas a aquellos que sufren de arrogancia intelectual. Hace algunos años daba yo una conferencia en cuanto a cómo la muerte de Cristo en la cruz cumplía un motivo maligno del Antiguo Testamento. A mitad de mi conferencia un hombre de entre el público me interrumpió diciendo en alta voz: “Eso es primitivo y obsceno”. Le pedí que repitiera su observación para que todos los presentes tuvieran la oportunidad de oír su queja. Cuando lo hubo repetido, le dije: “Tiene usted toda la razón. A mí en particular me gusta su selección de palabras, primitivo y obsceno”.
¿Es la Biblia un libro primitivo, para gente común?
La historia entera de la redención se comunica en términos primitivos desde el episodio del encuentro de Adán y Eva con la serpiente hasta la destrucción devastadora que Dios inflige a las carrozas de Egipto en el Éxodo y hasta el craso y brutal asesinato de Jesús de Nazaret. La Biblia revela a un Dios que oye los gemidos de toda su gente, desde el campesino hasta el filósofo, desde el lerdo al docto más refinado. Su mensaje es lo suficientemente sencillo como para que la más simple de sus criaturas caídas lo entienda. ¿Qué clase de Dios revelaría su amor y redención en términos tan técnicos y conceptos tan profundos que sólo la flor y nata de un grupo de eruditos profesionales pudiera entenderlos? Dios sí habla en términos primitivos porque se está dirigiendo a primitivos. Al mismo tiempo, hay bastante profundidad en la Escritura como para tener a los sabios más astutos y eruditos solícitamente ocupados en sus averiguaciones por el resto de sus vidas.
Si la palabra primitivo es la apropiada para describir el contenido de la Escritura, obsceno lo es aun más. Todas las obscenidades del pecado están registradas con lenguaje claro y directo en la Escritura. ¿Y qué hay más obsceno que la cruz? He aquí la obscenidad a escala cósmica. Sobre la cruz carga Cristo sobre sí los pecados más terribles de los hombres para poder redimir a esa humanidad inmerecedora.
Si usted ha sido uno de esos que se ha apegado a los mitos del aburrimiento o la dificultad, probablemente se deba a que usted le ha atribuido a la totalidad de la Escritura lo que ha encontrado en algunas de sus partes. Puede ser que algunos de los pasajes hayan sido particularmente difíciles y obscuros. Otros pasajes le podrán haber dejado con fundido y desconcertado. Tal vez esos debieran dejárseles a los eruditos para que los desenmarañen. Si usted encuentra difíciles y complicadas algunas porciones de la Escritura, ¿debe deducir que la totalidad de la Escritura es aburrida e insípida? Pues claro que no.
Conclusión.
El cristianismo bíblico no es una religión esotérica. Su contenido no se oculta tras símbolos vagos que requieran de algún tipo de “ingenio” especial para captarse. No se requiere ninguna especial proeza intelectual ni algún don espiritual para entender el mensaje básico de la Escritura. En las religiones orientales, tal vez, el ingenio se limita a algún “gurú” remoto que habita en una choza en las alturas de las montañas. Puede ser que ese “gurú” haya quedado pasmado por los dioses con algún misterio profundo del universo. Usted viaja para indagar y él le dice en un susurro leve que el significado de la vida es el “dar palmas con una sola mano”. Eso es esotérico. Es tan esotérico que ni aun el “gurú” lo entiende. No lo puede entender porque es absurdo. Lo absurdo muchas veces suena profundo porque no somos capaces de entenderlo. Cuando oímos cosas que no entendemos, a veces pensamos que sencillamente son demasiado profundas para captarse cuando de hecho son meras afirmaciones ininteligibles como “dar palmas con una sola mano”. La Biblia no habla así. La Biblia habla de Dios con patrones de lenguaje significativos. Algunos de esos patrones podrán ser más difíciles que otros, pero no llevan la intención de ser frases disparatadas que sólo un “gurú” pueda entender, sino que mas bien su mensaje esta al alcance de todos.[1]
Mas artículos del autor aqui.
Mas artículos de la serie aquí.
Acerca del autor:
Robert Charles Sproul (1939-). Westminster College, Pennsylvania (BA), Pittsburgh-Xenia Theological Seminary (M.Div.), Free University of Amsterdam (PhD), Whitefield Theological Seminary (PhD). Ha sido profesor de teologia en diversos seminarios en los Estados Unidos. Es un conocido teólogo y pastor americano, autor de muchos libros. Es fundador y director de “Ministerios Ligonier”, y conduce un programa de radio diario llamado ‘Renovando tu mente’. Sproul ha servido como pastor en la Iglesia de Saint Andrews en Florida (US). Actualmente trabaja con la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos (PCA), y ha sido miembro también de la ‘Alianza de Evangélicos Confesantes’ (Alliance of Confessing Evangelicals). Es autor de mas de 100 libros, de los cuales estan disponibles en español; “Las Grandes Doctrinas de la Biblia” (1996); “Como estudiar e interpretar la Biblia”(1996); “Escogidos por Dios” (2002); “La Santidad de Dios” (1998); entre muchos otros.
[1] R. C. Sproul, Cómo estudiar e interpretar la Biblia (Miami, FL: Editorial Unilit, 1996), 9–13.
Reblogueó esto en Perspectivas Bíblicas.
Me gustaMe gusta