En cierta ocasión un hombre joven en Filadelfia me detuvo y me preguntó: “¿Eres salvo?” Mi respuesta fue: “¿Salvo de qué?” Mi respuesta lo tomó por sorpresa. Obviamente no había pensado mucho sobre la pregunta que le estaba formulando a la gente. De lo que no me había salvado era de las personas que me detienen en la calle para acribillarme con la pregunta: “¿Sois salvo?”
La cuestión de ser salvo es la cuestión más importante de la Biblia. El tema de las Sagradas Escrituras es el tema de la salvación. En su concepción en el seno de María, Jesús es anunciado como el Salvador.[1] El Salvador y la salvación van unidos. El papel del Salvador es salvar.
Pero volvemos a preguntarnos: ¿Salvarse de qué? El significado bíblico de la salvación es amplio y diverso. En su forma más sencilla el verbo salvar significa “ser rescatado de una situación peligrosa o amenazante”. Cuando Israel se escapó de la derrota de manos de sus enemigos en la batalla, se nos dice que fue salvado. Cuando una persona se recupera de una enfermedad que puso su vida en peligro de muerte, experimenta la salvación. Cuando se evita que una cosecha se pierda por una plaga o una sequía, el resultado es la salvación.
¿De que somos salvos?
Utilizamos la palabra salvación de una manera similar. Decimos que a un boxeador lo “salvó la campana” si el asalto termina antes de que el árbitro acabe de contar. La salvación significa el haber sido rescatado de alguna calamidad. Sin embargo, la Biblia también utiliza la palabra salvación en un sentido específico para referirse a nuestra redención final del pecado y nuestra reconciliación con Dios. En este sentido, la salvación es la salvación de la mayor calamidad —el juicio de Dios. La salvación suprema ha sido lograda por Cristo que “nos libra de la ira venidera” (1 Tesalonicenses 1:10).[2]
La Biblia anuncia con total claridad que habrá un día de juicio en el que todos los seres humanos deberán rendir cuentas delante del tribunal de Dios. Para muchos este “día del Señor” será un día de oscuridad sin ninguna luz. Será el día en que Dios derrame su ira contra los malvados y los impenitentes. Será el holocausto final, la hora más oscura, la peor calamidad que haya ocurrido en la historia humana.[3] Ser libre de la ira de Dios, que sin duda se derramará sobre el mundo, es la salvación suprema. Es la operación de rescate que Cristo como el Salvador realiza para su pueblo.
¿Hemos sido salvos o seremos salvos?
La Biblia utiliza la palabra salvación en pocos sentidos, pero en muchos tiempos verbales. El verbo salvar aparece prácticamente en todos los tiempos verbales griegos. En un sentido fuimos salvados (desde la fundación del mundo); fuimos siendo salvados (por la obra de Dios en la historia); estamos salvados (por estar en un estado de justificación); estamos siendo salvados (al ser santificados o ser hechos santos); y seremos salvados (cuando experimentemos la consumación de nuestra redención en el cielo). La Biblia nos habla de la salvación en términos del pasado, del presente y del futuro.[4]
Conclusión.
A veces, equiparamos la salvación presente con nuestra justificación, que es presente. Otras veces, consideramos a la justificación como un paso específico dentro del orden o plan de la salvación.[5]
Por último, es importante señalar otro aspecto central del concepto bíblico de la salvación. La salvación es del Señor. La salvación no es un emprendimiento humano. Los seres humanos no se pueden salvar a sí mismos. La salvación es una obra divina; Dios es quien la logra y la aplica. La salvación es del Señor y proviene del Señor.[6] Es el Señor el que nos libra de la ira del Señor.
Resumen
- El significado más amplio de salvación es “ser rescatados de una situación amenazadora”.
- La salvación suprema significa ser librados de la peor calamidad, de la ira de Dios.
- La Biblia utiliza la palabra salvación en varios tiempos verbales, para referirse a la obra redentora de Dios en el pasado, en el presente y en el futuro.
- La justificación es a veces utilizada como sinónimo de salvación; otras veces, es considerada como un aspecto dentro del esquema de la redención.
- La salvación es del Señor y proviene del Señor.
Tomado de: R.C. Sproul, Las grandes doctrinas de la Biblia (Miami, FL: Editorial Unilit, 1996), 181–183.
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Acerca del autor:
Robert Charles Sproul (1939-). Westminster College, Pennsylvania (BA), Pittsburgh-Xenia Theological Seminary (M.Div.), Free University of Amsterdam (PhD), Whitefield Theological Seminary (PhD). Ha sido profesor de teologia en diversos seminarios en los Estados Unidos. Es un conocido teólogo y pastor americano, autor de muchos libros. Es fundador y director de “Ministerios Ligonier”, y conduce un programa de radio diario llamado ‘Renovando tu mente’. Sproul ha servido como pastor en la Iglesia de Saint Andrews en Florida (US). Actualmente trabaja con la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos (PCA), y ha sido miembro también de la ‘Alianza de Evangélicos Confesantes’ (Alliance of Confessing Evangelicals). Es autor de mas de 100 libros, de los cuales estan disponibles en español; “Las Grandes Doctrinas de la Biblia” (1996); “Como estudiar e interpretar la Biblia”(1996); “Escogidos por Dios” (2002); “La Santidad de Dios” (1998); entre muchos otros.
Notas:
[1] Juan 3.16–17 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito (único), para que todo aquél que cree en El, no se pierda, sino que tenga vida eterna. “Porque Dios no envió a Su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El.
[2] 1 Tesalonicenses 1.10 y esperar de los cielos a Su Hijo, al cual resucitó de entre los muertos, es decir, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.
[3] Sofonías 1.10 “En aquel día,” declara el Señor “habrá gritos de auxilio desde la Puerta del Pescado, Y gemidos desde el segundo distrito, Y gran estruendo desde las colinas.
[4] Ezequiel 36.26–27 “Además, les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes; quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. “Pondré dentro de ustedes Mi espíritu y haré que anden en Mis estatutos, y que cumplan cuidadosamente Mis ordenanzas.
[5] Romanos 1.16–17 Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree, del Judío primeramente y también del Griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivira.
[6] 1 Corintios 1.26–31 Pues consideren, hermanos, su llamamiento. No hubo muchos sabios conforme a la carne (normas humanas), ni muchos poderosos, ni muchos nobles. Sino que Dios ha escogido lo necio del mundo para avergonzar a los sabios; y Dios ha escogido lo débil del mundo para avergonzar a lo que es fuerte. También Dios ha escogido lo vil y despreciado del mundo: lo que no es, para anular lo que es, para que nadie se jacte delante de Dios. Pero por obra Suya están ustedes en Cristo Jesús, el cual se hizo para nosotros sabiduría de Dios, y justificación, santificación y redención, para que, tal como está escrito: “El que se gloria, que se glorie en el Señor.”
Categorías:Cristo y Evangelio, Sproul, R.C., Teologia Sistematica