Sepa el lector que yo he trabajado en seminarios teológicos durante muchos años, por lo que puedo decir que conozco sus puntos fuertes y sus puntos débiles. Llevan años volviendo al mismo sistema de enseñanza, y estoy convencido de que ha llegado el momento donde se han hecho necesarios cambios muy radicales.
¿Seminario Teológico o Universidad?
En primer lugar, los seminarios teológicos deberían dejar de jugar a «ser universidades». Muchas veces la enseñanza adquiere la formalidad de la enseñanza universitaria. Muchas veces es impartida por profesores con una mentalidad académica, que preferirían estar enseñando en un contexto universitario, donde no consiguieron un puesto de trabajo. El año académico se organiza en función del año académico universitario, con largas vacaciones. Y las horas del programa dedicadas a la experiencia práctica es prácticamente nula.
Además, el posicionamiento desde el cual se enseña muchas veces parte de los mismos supuestos laicos de las universidades, para las cuales la Biblia es sólo un documento humano y falible que recoge el pensamiento religioso humano de varias épocas; lo que está muy lejos de la enseñanza cristiana. Como resultado, muchos estudiantes acaban conformando una actitud esquizoide por lo que a la Biblia se refiere. Saben –y así lo demuestran en su tiempo devocional– que es en cierto sentido la Palabra de Dios. Sin embargo, creen –como les demuestra el estudio literario (casi siempre caracterizado por el escepticismo)– que está llena de errores. ¿Qué van a enseñar en sus congregaciones?
Existen otros problemas. En muchos seminarios se hace poco énfasis en el trabajo en equipo. Una de las consecuencias es que a los estudiantes se les enseña a organizar la doctrina, la oración, la alabanza, etc. en diferentes compartimentos mentales. Muchos, acaban sus estudios sin saber lo que es una perspectiva integral de la teología, y muy poca experiencia de cómo compartirla con los demás. ¿Dónde se enseña a los ingenieros, a los profesores o a los doctores de una manera tan poco práctica? Hace falta una reforma radical.
¿Cambios en la estructura de los seminarios?
En segundo lugar, creo que el curso anual debería durar once meses. Hemos visto en este mismo capítulo lo bien que los programas de formación de las “New Churches” aprovechan el tiempo, y lo completo de su programa, ¡que dura sólo un año! ¡Imaginemos lo que se podría hacer en dos años! Y esto también sería una solución para los problemas económicos de los seminarios, problema que es una seria amenaza para el sistema tradicional que se ha venido usando en ellos.
En tercer lugar, lo ideal sería que la mayor parte no se recibiera en el aula, sino que los estudiantes tuvieran la oportunidad de aprender a través de la realización de ministerios concretos. Y la enseñanza formal, en el aula, debería ser impartida por profesores que han estado en el ministerio, y no por académicos y teóricos. Los dos tipos de enseñanza son importantes, y los dos son necesarios si se quiere preparar bien a la gente para el cada vez más difícil reto que supone trabajar en el ministerio en esta sociedad tan laica.
¿Mas Apologética y Evangelización en nuestros currículos?
En cuarto lugar, en el aula se debe hacer un mayor énfasis en la Apologética y la Evangelización. Los profesores que las impartan deben ser capaces de sacar a los alumnos del aula y llevarlos con ellos a poner en práctica estas dos disciplinas.
Cuando enseñé en Regent College, en Vancouver, puse una regla: nadie podía graduarse si no había puesto en práctica lo que había aprendido sobre la Evangelización, si no se habían enfrentado a las objeciones que la gente les hubiera hecho sobre la fe cristiana.
Los resultados de esta regla fueron los siguientes: (1) subió el nivel y la reputación de la asignatura; (2) los estudiantes salieron con una mejor formación práctica y no tan sólo teórica; y (3) se creó una atmósfera de oración, intercesión, consciencia de la lucha espiritual en la que estamos, lo que fue una buena preparación para aquellos que iban a ir directamente al ministerio o a las misiones. Lo triste es que son pocos los seminarios que enseñan Apologética o Evangelización, y menos aún los profesores que salen con sus alumnos a enfrentarse con el mundo agnóstico para aprender a través de la puesta en práctica. ¡Algo así, transformaría el seminario!
¿Añadir Apologética a todos los cursos?
Por último, quiero decir que mi deseo no es que ahora todos los seminarios añadan dos asignaturas más por obligación, y que el profesorado se sienta con la faena de tener más trabajo. Aquellos que están involucrados en la enseñanza teológica conocen la presión que conlleva añadir asignaturas nuevas a un programa que ya está realmente cargado. Lo que yo propongo es que todas las asignaturas se enseñen teniendo en mente la Evangelización y la Apologética. Es decir, que nos preguntáramos constantemente: ¿en qué sentido podría ser relevante lo que estoy aprendiendo en esta asignatura para los no creyentes? Esta misma pregunta se la deberían hacer los profesores cuando enseñan su asignatura, sea la que sea.
Estudiar a San Agustín sería mucho más relevante para los estudiantes si se dieran cuenta de que los bárbaros están atacando nuestro terreno, del mismo modo que estaban atacando Roma en el siglo V. Las prioridades que él establece para el ministerio cristiano siguen teniendo la misma vigencia hoy. Estudiar el gnosticismo sería mucho más útil e importante para los estudiantes si se presentara como uno de los mayores precursores del movimiento de la Nueva Era. Estudiar el arrianismo tendría más sentido si se relacionara con los principios de los Testigos de Jehová. Y la doctrina de la justificación por gracia por medio de la fe podía tomar un mayor significado si se contrastara con el legalismo de tantas sectas contemporáneas, por no mencionar la mentalidad de muchos miembros de iglesia. La Iglesia tiene el derecho de exigir que los seminarios ofrezcan este tipo de formación, y que lo hagan basándose fielmente en la revelación divina, sin dejar de aplicarla de forma creativa y sabia tanto a la iglesia como a nuestras sociedades, en las que los estudiantes del seminario van a estar sirviendo en el día de mañana.
Conclusión.
En pocas palabras, el sistema de enseñanza de los seminarios teológicos ha de sufrir una transformación radical. Hoy por hoy, se está dando más importancia al conocimiento académico que a la vida cristiana. Salen de los semanarios estudiantes que tienen mucho conocimiento sobre la historia de la iglesia, pero poca pasión por la evangelización. Vamos a tener una generación de líderes de iglesia que pondrán un mayor énfasis en los libros; pero estamos llamados a servir a las personas de nuestra sociedad, ¡muchas de las cuales no tienen la costumbre de leer!
Si nos tomamos en serio el tema de la comunicación de nuestra fe en nuestra generación, todo esto tiene que cambiar. Obviamente, muchos seminarios no van a querer cambiar, porque su propia existencia se ve amenazada por las radicales propuestas de este libro. Pero creo que, dada la situación actual, es importantísimo subrayar la importancia de la formación de hombres y mujeres jóvenes para el pastorado, la evangelización y la enseñanza.
Tomado de: Michael Green, «Apologética en la vida de la iglesia», en ¿Cómo llegar a ellos?: Defendamos y comuniquemos la fe cristiana a los no creyentes, ed. Nelson Araujo Ozuna et al., trans. Dorcas González Bataller (Viladecavalls, Barcelona: Editorial Clie, 2003), 193–196.
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Sobre el autor.
Michael Green (1930-), es un pastor, teologo y apologista cristiano británico, autor de mas de 50 libros. Realizo estudios en Oxford University (BA; BDiv; MA); Archbishop of Canterbury (DMin); University of Toronto (PhD). Fue ordenado al ministerio en 1957, y desde entonces ha estado involucrado en ministerio pastoral en Inglaterra y Canada. Fue nombrado canon maestro de honor en la Catedral de Coventry, y ha ocupado las cátedras de teologia en London College of Divinity (1960-1969), Decano de St. Aldate’s Church (University of Oxford, 1975-1986), para luego servir como profesor de Evangelismo y Apologetica en Regent College, Vancouver Canada, (1987-1992). A pesar de haberse retirado oficialmente de la vida academica, en la actualidad sirve como Asociado Principal de Evangelismo y Apologetica en la escuela Wycliffe Hall de la Universidad de Oxford desde 1997. Vive en Abingdon, Oxford, Inglaterra, junto con su esposa Rosemary, con quien tiene cuatro hijos adults: Jonathan, Tim, Sarah y Jenny. Green es conocido mundialmente por sus obras de apologética y avance en el campo de investigación de la misma. Green ha buscado durante toda su vida equipar a la Iglesia para la defensa y proclamación del Evangelio. Es autor de mas de 50 libros especializados sobre el tema, así como comentarios, libros de teología, etc., incluso se ha escrito una biografía sobre su persona, debido a la gran influencia que ha tenido en su campo. Entre sus libros (en ingles) se cuentan: ‘Llamado a Servir’ (Called to Serve, 1965); ‘Evangelismo en la Iglesia Primitiva’ (Evangelism in the Early Church, 1970); ‘Comentario a Segunda de Pedro y las Epístola de Judas’, (Second Epistle of Peter and the General Epistle of Jude, 1987); ‘El Bautismo’,(Baptism, 1987); ‘No todas las religiones llevan a Dios?’ (But don’t all religions lead to God?, 2002); entre muchos otros.
Categorías:Contemporaneo, Green, Michael, Teologia Pastoral
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