En las siguientes semanas y meses, estaremos publicando una serie de artículos cubriendo los aspectos básicos de la Teología del Pacto, para mas adelante durante el año tocar aspectos mas avanzados de la misma. El editor de Teología para Vivir.
Aun aquellos poco familiarizados con la Biblia conocen sus contenidos básicos: el Antiguo Testamento al inicio y el Nuevo Testamento después. Aquellos que están más familiarizados conocen sus contenidos más profundamente. Primero está el Pentateuco (los cinco libros de Moisés), seguido por los históricos, los libros poéticos, y los profetas. En el Nuevo Testamento, encontramos los Evangelios, los Hechos, las Epístolas, y el Apocalipsis. Esto describe la manera en que la Iglesia ha organizado el Canon de los libros de la Biblia.
Pero ¿presenta la Escritura su propia estructura para entender su mensaje de salvación? Tal como los teólogos reformados lo han observado ampliamente, la Biblia provee tal marco de referencia, el cual llamamos “Teología del Pacto.” Es a través de Sus pactos que Dios ha actuado en la historia de la redención. La teología del Pacto no es meramente un enfoque reformado de las Escrituras, sino el propio enfoque mismo de la Biblia al presentar la salvación.
Una historia de Dios y Su pueblo
Si fuéramos a narrar el recuento de la historia de los Estados Unidos, pueda que escojamos un número posible de abordajes. Podríamos hacer un recuento de las guerras de los Estados Unidos como un marco de referencia para poder entender nuestro ascenso nacional al poder global. O podríamos considerar a los presidentes políticos, el registro de los inventos asombrosos, o la expansión de las libertades personales. Tales marcos de referencia servirían para integrar los datos de la historia de los Estados Unidos dentro de una sola historia.
¿Cómo es en el caso de la Biblia? ¿Cómo la Biblia despliega la historia de Dios y Su pueblo? Durante un vuelo reciente, tuve la oportunidad de responder esto. Una joven mujer judía que se sentó junto a mí me preguntó, “¿Qué es lo que creen los cristianos?” ¡Qué oportunidad tan emocionante! Pude haber respondido con varias doctrinas, dando respuestas bíblicas sobre la Creación, el pecado, el juicio, la redención, y la vida eterna. Dicho acercamiento hubiera sido sano y tal vez efectivo. Pero tomé un enfoque diferente, en lugar de esto desarrollé la historia misma narrada en la Biblia. En otras palabras, le enseñé la Teología del Pacto. Opté por este enfoque, en parte, para conectar su identidad judía con la fe cristiana. Pero además lo hice así porque este es el enfoque que Dios tomó cuando Él comunicó Su mensaje de salvación en la Biblia.
Primero, asegurémonos de saber qué es un pacto. Un pacto es un convenio que Dios hace con el hombre para vida o bendición. Cuando un hombre o una mujer entran a un pacto para vivir en las bendiciones del matrimonio, ellos hacen un convenio – un acuerdo formal y obligatorio – a lo que llamamos una boda. Una boda los une a ellos en matrimonio, con ciertos privilegios y obligaciones. Del mismo modo, Dios se une a Sí mismo a los hombres con pactos, de acuerdo a Sus propios términos soberanamente impuestos.
Con ese entendimiento, regresemos a mi respuesta a la pregunta de la mujer. Comencé: “Los cristianos creemos que Dios hizo un pacto con Adán, permitiéndole a él vivir en la condición de obediencia perfecta. Pero Adán rompió el pacto al comer del árbol prohibido, cayendo en la maldición de Dios a través del pecado, y toda su descendencia con él. Pero Dios prometió otro pacto por medio del cual Él ofrecería salvación solo por gracia, a través de la sangre de un sacrificio perfecto. Luego, cuando Dios determinó destruir la humanidad pecadora con un diluvio, Él hizo un pacto con Noé para salvar al hombre de fe y preservar un pueblo santo para Sí mismo. Más tarde aún, Dios hizo un pacto con Abraham, prometiendo una tierra de bendición y descendientes tan numerosos como las estrellas, requiriendo de Abraham el creer.”
Continué mi explicación de la fe cristiana. Expliqué cómo Dios envió a Moisés para liberar a Israel de la esclavitud en Egipto, haciendo un pacto para establecer la nación santa de Dios. Luego conté cómo Dios hizo un pacto con David, prometiendo un trono eterno para un hijo del linaje de David. Finalmente, concluí, “los cristianos creen que Dios envió a Su propio Hijo, el Mesías prometido de Israel, cuya vida perfecta y muerte sacrificial establecieron las promesas de salvación por la gracia de Dios para aquellos que creen.”
Esto demuestra la base bíblica para la teología del Pacto: es la propia manera de la Biblia de relatar la manera en que Dios trae salvación. A esto es lo que Dios nos llama a creer, de tal manera que todos los que creen en la historia de la Biblia creen de alguna manera en la Teología del Pacto.
Una historia de dos pactos
El mensaje primario de la Biblia tiene que ver con dos grandes temas: pecado y redención. Los relaciona con dos pactos diferentes, uno en el que el hombre rompe y el otro en el que Cristo cumple. Estos dos pactos – el pacto de obras y el pacto de gracia – proveen la arquitectura sobre la que está erigida la enseñanza de la Biblia y sirve como la llave para nuestro entendimiento de la salvación.
El Pacto de las Obras.
Tal como le había comentado a mi amiga judía, Dios entró en un pacto con Adán. En esta forma, Dios impuso los términos por los que Adán y su posteridad podían continuar para disfrutar la vida en el jardín, llámese, “obediencia perfecta y personal” (Confesión de fe de Westminster, 7.2). Se implementó una prueba con respecto a un árbol: “el árbol del conocimiento del bien y del mal.” Dios ordenó que “en el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Gn. 2:17). A través de la obediencia, Adán conservaría su vida en el jardín, pero si él rompía el pacto, sufriría muerte. La teología reformada se refiere a esto como “el pacto de obras,” ya que por sus propias obras Adán se mantendría o caería.
La ruptura del pacto de obras por parte de Adán es el gran problema por el cual el resto de la Biblia presenta la respuesta de Dios. Esta respuesta es el pacto de gracia, el cual Dios prometió como Su remedio para el quebrantado pacto de obras. Ya que la serpiente (representando al diablo) había tentado a los primeros humanos a pecar, la gracia de Dios fue primero presentada en términos de su derrota. Dios dijo a la serpiente: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Gn. 3:15).
Los teólogos le llaman a esto el “Protoevangelio”, es decir, la primera predicación del Evangelio. Dios luego reveló cómo el pacto de gracia tendría éxito: un sacrifico sin pecado moriría en lugar de los pecadores, proveyendo Su justicia para ellos y pagando la penalidad de ellos con Su sangre. Génesis 3:21 dice, “Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.”
El Pacto de la Gracia.
El pacto de gracia provee unidad al desarrollo del Evangelio en generaciones sucesivas. El pacto de Dios con Noé preservó el pacto de gracia, de tal modo que la raza humana pudiera continuar hasta el nacimiento de su Salvador. El pacto de Dios con Abraham no solo prometía muchos descendientes, sino también el único descendiente en quien el pacto se cumpliría (ver Gá. 3:16).
Galatas 3:16 Ahora bien, las promesas fueron hechas a Abraham y a su descendencia. No dice: “y a las descendencias,” como refiriéndose a muchas, sino más bien a una: “y a tu descendencia,” es decir, Cristo (el Mesías).
Por el tiempo de Moisés, la familia de Abraham había llegado a ser una nación, y el pacto de Dios con Moisés proveyó sacerdotes que ofrecerían sacrificios para el perdón de sus pecados. El reino de Dios también necesitaba un soberano, y el pacto de Dios con David prometía un rey que nunca caería o moriría.
Pero a través de las muchas generaciones, el pacto de obras quebrantado continuaba sin cumplirse – Adán y su linaje todavía necesitaban la justicia que viene solamente a través de la obediencia perfecta. Así, tal como Pablo lo señala, “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos” (Gá. 4:4,5). Esta es la teología del Pacto en su máxima expresión. Como Jesús dijo, Él vino para cumplir la ley (Mt. 5:17); es decir, él vino para cumplir el pacto de obras en nuestro favor. Más tarde, al morir en la cruz, Jesús sentó las bases de la gracia de Dios para los pecadores en el pacto de gracia. Este es el significado de las palabras de Cristo al establecer Su “nuevo pacto,” llevando el pacto de gracia a buen término para aquellos que creen. Anticipando Su muerte expiatoria, Jesús declaró, “porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mt. 26:28).
La Teología del Pacto y el Evangelio.
La Teología del Pacto es vital no solamente para el entendimiento del Antiguo Testamento y los Evangelios, sino también para la doctrina apostólica enseñada en las Epístolas. ¿Cómo, por ejemplo, puede Dios ser justo y aun así ser “el que justifica al que es de la fe de Jesús” (Ro. 3:26)? La teología del Pacto provee la respuesta: los creyentes en Cristo son justificados tanto por Su cumplimiento del pacto de obras en nuestro favor como también por la expiación en Su sangre ofrecida por el pacto de gracia. He aquí otra pregunta importante: ¿cómo la fe puede hacernos justos delante de Dios, aparte de nuestras propias obras? La Teología del Pacto da la respuesta bíblica: Jesús llevó a cabo las obras que nosotros le debemos a Dios bajo el pacto de obras, que recibimos solo por fe bajo el pacto de gracia.
Conclusión: La historia como Su Historia
La teología del Pacto presenta el propio marco de referencia de la Biblia para la salvación, porque así como la Biblia, la Teología del Pacto revela la persona y obra de Jesucristo. Cuando Pablo escribió, “porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén” (2 Co. 1:20), él estaba apuntando a las promesas del pacto de Dios. ¿Qué ha prometido Dios como Su regalo de gracia? La respuesta se encuentra en Sus pactos, los cuales ofrecen vida, preservación, una tierra de promesa, un pueblo glorioso, un sacerdote ministrador, un rey justo, y un cordero expiatorio. Estas promesas son todas Sí y Amén solamente cuando nosotros confiamos en la vida, muerte, y resurrección de Jesús, el Cristo de los pactos. La historia de la Biblia enseñada por la Teología del Pacto es verdaderamente la historia de Dios, para que nosotros pudiésemos encontrar la plenitud de la gracia de Dios solamente en Jesucristo.
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Sobre el autor:
Richard D. Phillips, (PhD Greenville Presbyterian Theological Seminary; MDiv. Westminster Theological Seminary; M.B.A. University of Pennsylvania, B.A. University of Michigan). Es pastor principal de la Segunda Iglesia Presbiteriana en Greenville, Estados Unidos. Es autor de mas de 35 libros, muchos ellos traducidos a diversos idiomas, ademas de ser un conferencista y maestro de la Biblia muy conocido. Ha sido el organizador de la conferencia en Filadelfia sobre Teología Reformada desde el año 2000, y ha trabajado también como co-editor del la prestigiosa serie de comentarios «Reformed Expository Commentary», (P&R). El Dr. Phillips sirve también como profesor de Teología en el Seminario Teología de Westminster, ademas de también pertenecer como miembro del consejo de la «Alianza de Iglesias Confesantes» (Alliance of Confessing Evangelicals). Esta casado con Sharon. Algunos de sus libros han sido traducidos al español, como: Elección Y Predestinación, ¿Qué Significan?. Cuestiones Basicas de La Fe Cristiana. Graham, NC: Publicaciones Faro de Gracia, 2011., entre otros.
Traducido por John Jairo Paredes. Publicado primeramente en: Richard Phillips, «Redemptive History», en Tabletalk Magazine [Revista Tabletalk], October 2006: Covenant Theology [Teología del Pacto] (Lake Mary, FL: Ligonier Ministries [Ministerios Ligonier], 2006), 12-15.