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¿Que es el Ecumenismo? Una Definición

Es común escuchar en discusiones teológicas, blogs, entre otros el término “Ecumenismo. Sin embargo, existe mucha confusión en la actualidad en cuanto al mismo. Por lo cual, a continuación presentamos una recopilación de las mejores definiciones disponibles en español sobre el termino, recopiladas de varias fuentes, diccionarios teológicos, etc.

 Nota:

En las siguientes semanas, presentaremos una serie de artículos tratando el tema del “Ecumenismo”, desde varios ángulos, sus raíces históricas, peligros, avances en la actualidad entre otros. Los mismos han sido recopilados de una serie de artículos, libros, entre otros, tanto en inglés como en español, y escritos desde un punto evangélico conservador. Quisiéramos mencionar también al momento de leer estos artículos que a menudo los autores usan el término “Ecumenismo”, en dos sentidos. Positivo (Histórico) y Negativo (Contemporáneo). En el sentido positivo o histórico, el termino Ecumenismo se refiere a la unidad que debe haber entre los seguidores de Cristo Jesús, esa misma unidad que debe necesariamente reflejarse en una unidad y compañerismo visible. Este era, por ejemplo, el tipo de Ecumenismo que por ejemplo Juan Calvino menciona vez tras vez, en un llamado a la Unidad y cooperación con otros Reformadores. En el sentido negativo o contemporáneo, el término “Ecumenismo” hace referencia a una unidad que no toma en cuenta ninguna distinción doctrinal dentro de la misma, como por ejemplo con aquellos que niegan las verdades fundamentales de la Fe Cristiana, como por ejemplo con la Iglesia Católica Romana. Este no era el sentido de “Ecumenismo” que proponían los Reformadores.  La Iglesia Evangélica siempre ha sostenido que una unidad que no toma en cuenta los aspectos doctrinales esenciales de la Fe Cristiana es imposible. Queda al lector discernir de acuerdo al contexto y uso del término cual es el sentido al cual los autores de los siguientes artículos están aludiendo. (Los Editores de Teología para Vivir).

Ecumenismo.

Claudionor Corrêa de Andrade, Diccionario Teológico: Con Un Suplemento Biográfico de Los Grandes Teólogos Y Pensadores (Miami, FL: Patmos, 2002), 134.

ECUMENISMO—[Del gr. oikomenikós, universal; del lat. oecumenicus] Inicialmente, el ecumenismo era la realización del ideal apostólico de reunir a todos los que profesaban el nombre de Cristo. Con el paso del tiempo, se fue desvirtuando la palabra hasta ser tomada como un sinónimo perfecto para el sincretismo religioso.

Los que buscan semejante universalidad, predican la unión indistinta entre protestantes, católicos, judíos, espiritistas, budistas, etc. Tal unión es contraria al espíritu de las Sagradas Escrituras, ya que tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento son exclusivistas en materia de fe y práctica.

Hoy el ecumenismo se ha convertido en una de las más grandes banderas de la Iglesia Católica Romana que, lógicamente, reclama que todos se refugien bajo el escudo papal.

Lacueva, La Iglesia, Cuerpo de Cristo, Curso de Formación Teológica Evangélica (Viladecavalls, Barcelona: Editorial CLIE, 1973), 249–250.

Pero siempre que se habla de «ecumenismo» nos exponemos a tergiversar las nociones. Como dice G. Millon,8 «jamás se ha hablado tanto de unidad como hoy, pero jamás ha sido tan ilusoria, por no decir mentirosa, la búsqueda de la unidad». Podemos decir que hay tres clases de «ecumenismo»: A) El de la Iglesia de Roma, según el cual la única verdadera Iglesia de Cristo es la Romana y, por tanto, todo afán de unidad ha de estar encaminado, en fin de cuentas, a la reintegración de todas las comunidades separadas en la única «Santa Madre Iglesia Católica Apostólica Romana». Entretanto, los católicos deben renovarse espiritualmente, adoptar un tono caritativo y comprensivo, procurar conocer mejor la doctrina y vida de los «hermanos separados» y exponer a éstos claramente toda la doctrina católica, estando dispuestos a colaborar en la promoción de la paz, de la justicia social y de la beneficencia.9 B) El del Consejo Mundial de Iglesias que, sobre una base aparentemente bíblica, se esfuerza en realizar la unión y la cooperación entre todas las iglesias que se denominen cristianas, enfatizando el amor, el servicio y la colaboración, sin exigir una posición doctrinal claramente ortodoxa y esperando que la Iglesia de Roma acepte este programa para darle la más cordial bienvenida. Como ha escrito Forsyth,10 «el término favorito es “ancho” y el resultado general “delgado”». C) El ecumenismo evangélico, fundado en la Palabra de Dios, que implora el auxilio divino para que, mediante el poder del Espíritu, el Señor reavive a Su Iglesia, le inspire un profundo afán de continua Reforma, de profundización en Su Palabra, de testimonio por el anhelo misionero y la conducta santa y por el agrupamiento, en un frente visible, de todas las iglesias evangélicas fieles a la autoridad infalible de la Escritura, a la única jefatura de Jesucristo y al único impulso verdaderamente unificador: el poder y la gracia del Espíritu Santo.11

Charles L. Childers, “ECUMÉNICO, ECUMENISMO,” ed. Richard S. Taylor et al., trans. Eduardo Aparicio, José Pacheco, and Christian Sarmiento, Diccionario Teológico Beacon (Lenexa, KS: Casa Nazarena de Publicaciones, 2009), 238.

ECUMÉNICO, ECUMENISMO. El término “ecumenismo” denota las creencias, principios o prácticas de quienes desean y trabajan por la unidad mundial y la cooperación de todas las iglesias cristianas. Se usa el adjetivo “ecuménico” para identificar al movimiento que busca promover la unidad y cooperación de las iglesias a nivel mundial.

Estos términos vienen del griego οικουμενη (oikouméne), que originalmente significaba “todo el mundo habitado”. La palabra “ecuménico” la adoptó la iglesia de los primeros siglos para designar concilios generales que formularon credos ecuménicos o generales. La Iglesia Católica Romana reconoce 20 concilios ecuménicos, pero las comuniones no romanas reconocen como ecuménicos solo siete de esos concilios generales que terminaron con el Segundo Concilio de Nicea en 787 d.C.

Aunque el uso del término se remonta a los primeros siglos de historia de la iglesia, el movimiento que busca la unidad de la iglesia, llamado “movimiento ecuménico”, es realmente reciente. Algunos eventos que ayudaron al nacimiento de este movimiento fueron la Conferencia Misionera Interdenominacional en la ciudad de Nueva York en 1900, que adoptó el nombre de Conferencia Misionera Ecuménica; la Conferencia Misionera Mundial en Edimburgo en 1910; y la fundación del Concilio Mundial de Iglesias en 1948, que ha dedicado gran parte de sus intereses al movimiento ecuménico.

  1. Stanley Lowell (The Ecumenical Mirage, 11–12) señala que hay dos facetas del ecumenismo: “Una tiene que ver con cooperación o el sentimiento de cooperación entre las iglesias. La otra faceta del ecumenismo es un esfuerzo por la unidad cristiana que ambiciona agrupar a todas las iglesias … bajo una sola carpa eclesiástica”. Una parte considerable del mundo cristiano tiene como meta la primera faceta, pero un número más pequeño está dispuesto a lograr la segunda.

Edgar Alan Perdomo, “Una Descripción Histórica de La Teología Evangélica Latinoamericana (Segunda de Dos Partes),” Kairós 33: Julio-Diciembre (2003): 92.

Apertura a la Iglesia católica. CELA III fue la primera conferencia evangélica que contó con observadores católicos. Esa reunión, además, en una declaración sorprendente, expresa “gran simpatía y emoción” hacia los “grandes cambios” que se estaban dando en el catolicismo―sobre todo a raíz de Vaticano II―y expresa preocupación por los sectores que no se han unido a esta actitud. Se reconocen aún las diferencias doctrinales que quedan, pero se dice también que los protestantes son “presa de la ignorancia y los prejuicios que caracterizaron las épocas pasadas”.28 Este entusiasmo algo apresurado enfrentó al ecumenismo con uno de los temas que habían unido al movimiento protestante latinoamericano: la oposición al catolicismo.

En resumen, puede verse que el ecumenismo tradicional siguió un camino que lo llevó por grandes alturas teológicas y diálogos llamativos, pero también lo llevó cada vez más lejos de las iglesias y del pueblo evangélico.

Definición Catolica Romana de Ecumenismo: Juan Pablo II, Ut Unum Sint (Español) (Vatican City: Librería Editrice Vaticana, 1995). item 40.

La colaboración práctica

  1. Las relaciones entre los cristianos no tienden sólo al mero conocimiento recíproco, a la oración en común y al diálogo. Prevén y exigen desde ahora cualquier posible colaboración práctica en los diversos ámbitos: pastoral, cultural, social, e incluso en el testimonio del mensaje del Evangelio.66

« La cooperación de todos los cristianos expresa vivamente aquella conjunción por la cual están ya unidos entre sí y presenta bajo una luz más plena el rostro de Cristo siervo ».67 Una cooperación así fundada sobre la fe común, no sólo es rica por la comunión fraterna, sino que es una epifanía de Cristo mismo.

Además, la cooperación ecuménica es una verdadera escuela de ecumenismo, es un camino dinámico hacia la unidad. La unidad de acción lleva a la plena unidad de fe: « Con esta cooperación, todos los que creen en Cristo aprenderán fácilmente cómo pueden conocerse mejor los unos a los otros, apreciarse más y allanar el camino de la unidad de los cristianos ».68

A los ojos del mundo la cooperación entre los cristianos asume las dimensiones del común testimonio cristiano y llega a ser instrumento de evangelización en beneficio de unos y otros.

Pablo A. Deiros, Historia Del Cristianismo: El Testimonio Protestante En América Latina, 1a ed., vol. 6, Formación Ministerial (Buenos Aires, Argentina: Ediciones del Centro, 2012), 304.

Un nuevo espíritu ecuménico. Otro desarrollo que llevó a una mayor aceptación del protestantismo evangélico en estos años fue la ola de ecumenismo que barrió el paisaje religioso desde fines de la década de 1960. Antes del Vaticano II, a principios de los años de 1960, los evangélicos eran considerados todavía como una desviación religiosa en muchas partes de la América Latina católica. Los convertidos tendían a conservar su religión para sí, debido al temor de ser rechazados por sus vecinos y empleadores. En algunos casos, la persecución abierta frustraba el proselitismo y el prejuicio religioso caracterizaba a los evangélicos como herejes o agentes del “imperialismo yankee.” Estas condiciones continuaron existiendo a lo largo de los años de 1980 y en un grado significativo. Pero un espíritu pluralista, promovido en parte por la entrada de la Iglesia Católica al diálogo ecuménico como resultado del Vaticano II, fue acompañado, hacia fines de la década de 1960, por una apertura cultural al protestantismo. Quizás el precursor más notable de esta nueva apertura fue el tratamiento de la fe por parte de los medios masivos, que proveyó y diseminó generalmente una información más precisa y abundante, que ayudó a diluir la oposición popular.41

 John H. Gerstner, “ECUMENISMO,” ed. Everett F. Harrison, Geoffrey W. Bromiley, and Carl F. H. Henry, Diccionario de Teología (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2006), 199–200.

El NT usa la palabra quince veces, generalmente en un sentido geográfico, pero sin significar una implicación cultural. Una pequeña muestra del orgullo griego se transmite al uso de la palabra entre los romanos (cf. Lc. 2:1; Hch. 11:28; 19:27; 24:5) pero esto está al margen del punto de vista del NT. En éste, la palabra vuelve a su etimología básica y designa al mundo habitado. El evangelio debe ser predicado en el oikoumenē (Mt. 24:14); el oikoumenē debe ser juzgado por Jesucristo (Hch. 17:31; cf. Lc. 21:26); los reinos de este oikoumenē son mostrados a Jesús por Satanás (Lc. 4:5). Otras citas (Hch. 17:6; Ro. 10:18; Heb. 1:6; 2:5; Ap. 3:10; 12:9; 16:14) repiten, combinan o desarrollan los significados anteriormente descritos.

Varias de las ramas de la iglesia cristiana han empleado el término desde la época apostólica. Así la Iglesia Oriental ha tenido sínodos y teólogos «ecuménicos». La Iglesia Católica Romana llama a sus concilios «ecuménicos». Las iglesias Evangélicas hablan de los credos Apostólico, Niceno, de Atanasio y otros como «ecuménicos».

El divisionismo de las iglesias no pertenecientes al catolicismo ha dado como resultado una tendencia en sentido contrario que se ha denominado «ecuménica». Uno de sus principales exponentes W.A. Visser t’Hooft, asocia dos significados corrientes con el término: la unidad y la universalidad. Estos se expresan en los varios movimientos inter-iglesias que llevan la designación «ecuménicos». Algunas indicaciones del avance del ecumenismo en el siglo XX se observan no sólo en el gran número de concilios que se han formado, siendo el más significativo el Concilio Mundial de Iglesias, sino también en las numerosas uniones denominacionales.

El movimiento ecuménico ha tendido a manejar las divergencias teológicas de los grupos asociados en una manera cauta y, a veces, apartada de la realidad para prevenir las posibilidades de ruptura. Sin embargo, un escritor ha dicho que la «luna de miel» ecuménica ha pasado y que la cuestión real que encierra el vivir juntos debe ahora enfrentarse.

El liderazgo en el movimiento ecuménico a menudo ha estado en las manos de los que poco les preocupa la teología, pero los evangélicos no se han mantenido totalmente aparte. Una muestra de este pensamiento es el libro de Marcellus Kik, Ecumenism and the Evangelical. La nueva revista evangélica ecuménica, Cristianity Today dedica mucho espacio a la cuestión de la unidad cristiana.

Mas artículos del tema, aqui.

Notas:

8 L’Eglise, p. 52.

9 V. el Decreto sobre Ecumenismo del C. Vaticano II, puntos 9–12.

10 The Church and the Sacraments, p. 28.

11 Un gran líder de este ecumenismo bíblico es, en los actuales tiempos de peligrosa confusión, el Dr. M. Lloyd-Jones, quien, además de numerosos sermones y conferencias dedicados a este tema, ha escrito, entre otros, dos importantes opúsculos: The Basis of Christian Unity y Qué es la Iglesia. Más bibliografía sobre este asunto: J. Grau, El Ecumenismo y la Biblia (Barcelona, 1969); G. W. Bromiley, The Unity and Disunity of the Church (Grand Rapids, 1969); O. Cullmann, Verdadero y falso Ecumenismo (Trad. de E. Requena, Ediciones Studium, 1972). De parte católica romana, J. Sánchez Vaquero, Ecumenismo. Manual de Formación Ecuménica (Salamanca, 1971).

CELA Conferencia Evangélica Latinoamericana

28 José Míguez Bonino, Deudores al mundo (Buenos Aires: Editorial La Aurora, 1969), págs. 46–47.

66 Cf. Declaración cristológica común entre la Iglesia católica y la Iglesia asiria de Oriente: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (18 noviembre 1994), 5.

67 Conc. Ecum. Vat. II, Decr. Unitatis redintegratio, sobre el ecumenismo, 12.

68 Ibid.

41 Ibid.

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