Apologetica

Recomendaciones para apologistas y futuros teologos, por John Frame

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Este articulo ha sido tomado de: John Frame, «La Doctrina del Conocimiento de Dios: Teologia del Señorio«, (Lima, Peru: Teologia para Vivir, 2020), 417-422. La siguiente lista de 61 Máximas es un buen resumen del contenido del libro como un todo. Este quizá es el libro mas esencial en la formación del pensamiento y método teologico de todo apologista y futuro teologo.

En esta siguiente lista, me gustaría enumerar para los teólogos y apologistas algunos “lo que se debe” y “lo que no se debe”, basados en las discusiones del libro. Esta lista será, en efecto, un resumen de las propuestas del libro.

  1. Haz todo para la gloria de nuestro Señor del pacto (capítulo 1).
  2. No saques conclusiones epistemológicas fáciles de las doctrinas de incomprensión y conocimiento de Dios (capítulo 1, B, (1)).
  3. Ve toda la teología como una exposición de los atributos del señorío de Dios (capítulo 1, B, (2), a).
  4. Reconoce la dependencia del teólogo y apologista de la iluminación divina (capítulo 1, B, (2), b).
  5. Haz teología – de hecho, todo tu pensamiento; de hecho, todo tu vivir – en obediencia a Dios (capítulo 1, B, (2), b; capítulo 10, C y D ([esp. (5) y (6)]); capítulo 11, A, (3)).
  6. No busques hacer teología sin un conocimiento personal de Dios como tu amigo a través de Cristo (capítulo 1, B, (2), b).
  7. Reconoce que los incrédulos buscan siempre evitar, suprimir y obstaculizar la verdad (capítulo 1, C). Por lo tanto, su percepción teológica, aunque informada por la revelación de Dios, no es fiable.
  8. No saques, sin embargo, conclusiones simplistas de la depravación del incrédulo, por ejemplo, que todo lo que dice es falso (capítulo 1, C, (2); capítulo 11, B, (3)).
  9. Traza, en el pensamiento no cristiano, la dinámica del racionalismo y el irracionalismo – las posiciones inútiles necesariamente relacionadas con la incredulidad (capítulo 1, A, (2); capítulo 1, C, (3); capítulo 11, B, (1)).
  10. No intentes aislar los hechos, las leyes o la subjetividad como “prioritarios” a los demás o como que tienen más autoridad que los demás. Reconoce la interdependencia de éstos como “perspectivas” (capítulo 2).
  11. No pienses en la teología como una mera expresión del sentimiento (capítulo 3, A, 1)).
  12. No pienses en la teología como una mera elaboración de teorías científicas (capítulo 3, A, (2); capítulo 9, B), o como la búsqueda de alguna verdad “puramente objetiva”.
  13. Considera la teología como “la aplicación de la Palabra de Dios por personas a todos los ámbitos de la vida” (capítulo 3, A, (3)).
  14. No distingas el significado de la aplicación (capítulo 3, A, (3); Apéndice C; capítulo 7, A).
  15. Procura justificar tus afirmaciones, pero recuerda que en algunas ocasiones podemos creer en algo sin poder dar una justificación (capítulo 4, A; capítulo 10, D, (7); Apéndice I).
  16. No busques ninguna justificación más profunda que la autoridad autosuficiente de la Escritura (capítulo 4, A; capítulo 5, A).
  17. No busques hacer de una de las “tres perspectivas” de la justificación algo más definitivo que las otras (capítulo 4, B-D; capítulo 5, D; capítulo 6, B). Cf. la máxima 10, arriba.
  18. Razona en un círculo “amplio” en lugar de “estrecho”. Incluye en tus argumentos tantos hechos, tantos datos, como puedas (capítulo 5, A, (6) y B, (5)).
  19. Razona circularmente, aunque parezca absurdo. Ten fe en que la Escritura tiene razón cuando dice que el incrédulo conoce realmente a Dios, y que, en efecto, un círculo que honra a Dios es el único camino apropiado, el único racional, para razonar (capítulo 5, A, (6) y E; capítulo 11, A, (1)). Cf., máxima 16, arriba.
  20. Deja que tus presuposiciones y tu fe trabajen en ti un sentido de certeza; no te resistas al proceso. Pero permanece enseñable, también por la fe (capítulo 5, A, (8)).
  21. Ofrece esa misma certeza a aquellos a quienes testificas (capítulo 5, B, (3)).
  22. Presenta los hechos junto con sus interpretaciones bíblicas. No te avergüences de usar información extrabíblica en la teología, si la interpretas dentro de un marco bíblico (capítulo 5, B, (4); capítulo 9; capítulo 11, A, (2) y B, (2)); véase el máximo 18, arriba. No des la impresión de haber llegado a los “hechos puros”, o a la verdad, aparte de la interpretación que la Escritura hace de ella (referencias anteriores, también capítulo 10, D, (2)).
  23. Presenta tu testimonio con el objetivo de nada menos que llevar al indagador a la plena fe salvadora (capítulo 5, B, (5) y C; capítulo 11, A, (3)).
  24. Relaciona tu testimonio con las necesidades individuales y personales de tu indagador, así como con las necesidades que comparte con todos (capítulo 5, C; capítulo 11, A, (3) y B, (3)).
  25. Señala las inconsistencias entre la vida del incrédulo y su doctrina para mostrar que su incredulidad no puede satisfacer sus necesidades reales (capítulo 5, C, (1); capítulo 11, B, (2)).
  26. No te avergüences de admitir que, desde una perspectiva, la creencia es un sentimiento; pero no dejes que esa perspectiva te haga irresponsable ante las normas y los hechos (capítulo 5, C, (3); capítulo 10, D, (3) y (7)).
  27. Busca la santidad como medio para la madurez teológica. Comprende que algunas disputas teológicas no pueden ser resueltas hasta que una o todas las partes alcancen una mayor madurez espiritual (capítulo 5, C, (4)). Cf. máximas 1 y 5 anteriores.
  28. Usa presentaciones creativas para ayudar a la gente a ver los hechos en patrones bíblicos (capítulo 5, C, (5)).
  29. Busca la renovación de los grupos e instituciones, así como de los individuos, reconociendo que la renovación individual y la colectiva son inseparables (capítulo 5, C, (6); capítulo 11, B, (3)).
  30. No consideres la abstracción como un mal absoluto (capítulo 6, A y E, (2); capítulo 7, A, D, E, F; capítulo 8, E y I, (8)).
  31. No critiques a alguien por “tener el énfasis equivocado”, a menos que puedas demostrar que ese énfasis hace daño de acuerdo con los criterios 1-9, Apéndice E (y capítulo 6, C, (3) y (6); capítulo 8, I, (17)).
  32. No hables del “contexto” de algo, a menos que tengas una idea clara del contexto al que te refieres (capítulo 6, A, B, C).
  33. Recuerda que el “mensaje central” de la Escritura es relativo a todos sus mensajes particulares, y viceversa (capítulo 6, B).
  34. No exijas que el “mensaje central” de la Escritura se formule de una sola manera. Reconoce la diversidad de las formulaciones bíblicas (capítulo 6, B).
  35. No utilices la crítica “a nivel de la palabra”: no critique la terminología de un teólogo (metáforas, distinciones, comparaciones) a menos que pueda demostrar que esa terminología hace daño según el Apéndice E, criterios 1-9 (véase también el capítulo 6, C, (1); capítulo 7, C, D, E, I). No ataque la terminología por el mero hecho de la etimología o el uso histórico pasado de esa terminología (referencias anteriores; véase también el capítulo 8, I, 3) y 6)).
  36. Utiliza los personajes bíblicos como ejemplos para la vida cristiana, solamente después de haber comprobado la evaluación adecuada de las acciones de los personajes a la luz de toda la Escritura (capítulo 6, C, (4)).
  37. No te avergüences de utilizar los textos bíblicos de manera aleatoria o de otras maneras inusuales, si se ajustan a esas tareas (capítulo 5, C, (5)).
  38. Utiliza un texto según su finalidad, reconociendo que ésta puede ser muy rica y compleja (véase el capítulo 37, supra; capítulo 6, C, (6) y D).
  39. Practica la teología bíblica, pero no con espíritu de sectario. Considérela como una de las muchas maneras de sacar a relucir las aplicaciones de la Escritura (capítulo 6, E, (2)).
  40. No consideres tu sistema teológico como superior en ningún sentido (material o formalmente) a la propia Escritura. Asegúrate de que tus apegos emocionales y actitudes son consistentes con esta resolución (capítulo 3, A, (2); capítulo 6, E, (3); capítulo 7, C; capítulo 9, A, (2), b-f).
  41. Busca la claridad, recordando, sin embargo, que es inevitable cierta vaguedad debido a la naturaleza del lenguaje y a la vaguedad de la propia Escritura (capítulo 7, A; capítulo 8, I, (14)-(17); capítulo 9, A, (2), d). Se igualmente crítico tanto de la vaguedad innecesaria como de la falsa precisión.
  42. No te avergüences de ser negativo, cuando sea necesario (capítulo 7, E). Evita, sin embargo, las desavenencias innecesarias (cf. capítulo 8, I).
  43. No critiques una formulación teológica que se base únicamente en el “sonido” o el “sentimiento” de esa formulación (capítulo 7, I).
  44. Haz listas: escriba todas las cosas posibles que puedan significar una expresión que desee analizar. Determine su mejor sentido, su peor sentido, su sentido más probable (capítulo 7, I).
  45. Señala la ambigüedad sistemática de la teología no ortodoxa (capítulo 7, G).
  46. Utiliza la lógica como cualquier otro instrumento de la teología, con conciencia de su propia falibilidad, pero sin temor irracional (capítulo 8; capítulo 10, D, (1)). Lo mismo vale para el lenguaje, la historia, la ciencia y la filosofía (capítulos 7-9).
  47. Anticipa las objeciones (capítulo 8, C).
  48. Sospecha de las afirmaciones sobre el “orden lógico”, ya sea entre las realidades teológicas o dentro de la presentación de la verdad teológica. Se abierto a la posibilidad de interdependencia entre estas realidades y enseñanzas (capítulo 3, A, (2); capítulo 6, B; capítulo 8, E y F y I, (13); capítulo 10, D). Cf. máxima 10, arriba.
  49. Averigua la carga de la prueba (capítulo 8, G e I, (6)).
  50. No pienses que has refutado la posición de alguien simplemente ofreciendo argumentos para un punto de vista alternativo (capítulo 8, D).
  51. Tenga en cuenta las posibles formas de argumentación y las falacias, recordando que los argumentos estrictamente falaces suelen tener algún valor (capítulo 8, H e I).
  52. Se fiel a tu tradición confesional, siendo consciente, sin embargo, de su falibilidad (capítulo 9, A, (2)). Por lo tanto, no te suscribas a “cada declaración” en cualquier confesión humana.
  53. No pienses en la teología como una acumulación de descubrimientos de una generación a otra (capítulo 9, A, (2), h; máxima 13, arriba).
  54. No exijas que la teología sea impersonal o académica (capítulo 10, A y D (3)).
  55. Se justo. Muestra amor incluso a tus oponentes (capítulo 10, C).
  56. Utiliza todas tus facultades humanas (razón, percepción, emoción, imaginación, voluntad, hábitos, intuición) como utilizas las “herramientas” de la teología (máx. 44) – sin vergüenza, pero con conciencia de tu propia falibilidad (capítulo 10, D).
  57. Evita cualquier intento de dar a una de tus facultades (arriba, 52) la primacía sobre las demás (capítulo 10, D). Cf. máximas 10, 17 y 48, arriba.
  58. Razona con los incrédulos solo sobre la base de la Escritura, utilizando la Escritura misma en el argumento cuando sea apropiado (capítulo 5, E; capítulo 11, A, (1)). Cf. máxima 19, arriba.
  59. Admite cuando no sepas la respuesta; tal ignorancia es un punto fuerte de nuestra apologética (capítulo 11, A, (1)).
  60. Utiliza con prudencia las obras evidencialistas de la apologética, presentando sus hechos junto con las interpretaciones bíblicas de los mismos (capítulo 11, A, (2)). Véase la máxima 22, más arriba.
  61. “Usa los profetas” de los incrédulos para llamar su atención sobre la verdad que han estado ocultando (capítulo 11, B, (3)).
  62. Se flexible en la forma de comunicación (capítulo 11, B, (3); véase el apéndice F, 10).

Sobre el autor:

John Frame; B.A. (Princeton University); B.D. (Westminster Theological Seminary – PA); M.A. (Yale University); M.Phil. (Yale University); PhD. (Belhaven College). John Frame es considerado uno de los apologistas mas destacados de la actualidad. Ha sido profesor de teología en varios seminarios. Es autor de mas de cincuenta libros, y cientos de ensayos sobre filosofía, ética y filosofía. Su obra cumbre, publicada en cuatro volumenes, lleva el nombre “Teologia del Señorío”.

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