Por J.C. Ryle
Ningún deber cristiano es tan descuidado como la oración secreta, antes yo creía que la mayoría de las personas que se llaman cristianas oraban; pero ahora he llegado a una convicción distinta. Creo que la gran mayoría de los que dicen ser cristianos nunca oran del todo. La oración es un asunto estrictamente personal entre Dios y nosotros, lo cual nadie más observa y por lo tanto, existe una gran tentación de descuidarla.
Creo que muchos nunca dicen ni una sola palabra en oración. Ellos comen y beben, duermen y despiertan, viven en la tierra que Dios creó y disfrutan de sus misericordias; tienen cuerpos y tienen que morir, tienen el juicio y la eternidad por delante; no obstante, nunca hablan con Dios. Viven como si fueran animales en vez de hombres que poseen almas eternas.
También creo que para muchos otros, la oración no es más que la pronunciación de unas cuantas palabras de memoria. Algunos usan una fórmula de palabras, sin un deseo sincero por las cosas que están orando; aún cuando la fórmula sea buena. Muchos lo repiten rápidamente sin ni siquiera pensar acerca de lo que están diciendo. Podemos estar seguros de que Dios no considera esto como la oración; aunque los hombres lo hagan. La oración incluye mucho más que las meras palabras pronunciadas con nuestros labios, pues incluye nuestros corazones o no es la oración verdadera. Sin duda Saulo de Tarso, había hecho muchas largas oraciones antes de conocer al Señor en el camino a Damasco; pero fue solamente cuando su corazón había sido quebrantado, que nuestro Señor dijo: “He aquí, él ora”.
Si a usted le sorprende todo esto, considere los siguientes hechos:
- La oración no es algo natural. El deseo natural de nuestros corazones es alejarse de Dios. Por naturaleza no amamos a Dios; sino que le tememos. Por naturaleza no tenemos una convicción de pecado, ni tampoco sentimos nuestras necesidades espirituales, ni tenemos fe en las cosas que no podemos ver. Por naturaleza no deseamos ser santos. Por estas razones, los hombres no oran naturalmente.
- La oración no es popular. Todo tipo de actividades mundanas son populares entre los hombres; pero la oración no es popular. Muchos harían cualquier cosa, menos admitir públicamente que tienen el hábito de orar. A la luz de estos hechos, creo que muy pocas personas oran.
Considere el tipo de vida que muchas personas viven. Cuando vemos cuán fácilmente se hunden en el pecado, ¿Cómo podemos creer que están orando constantemente contra el pecado? Cuando vemos que los hombres están completamente ocupados con las cosas del mundo, ¿Acaso podemos creer que están pidiendo a Dios por su gracia para servirle? ¿Cómo puede ser así cuando no muestran ningún interés en Dios del todo? La oración y el pecado jamás pueden permanecer juntos en el mismo corazón. La oración acabará con el pecado o el pecado acabará con la oración. Cuando me acuerdo de esto y veo el estilo de vida de muchos, concluyo que hay muy pocos que oran.
Considere también la forma en que muchas personas mueren. Muchos moribundos parecen completamente extraños a Dios y no tienen ni siquiera la capacidad para hablar con Él; dan la impresión de que realmente nunca han hablado con Él. Lo que yo he visto con mis propios ojos de los moribundos, me convence de que muy pocas personas oran.
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Acerca del autor:

John C. Ryle (1816-1900), teólogo y pastor anglicano, nació en una familia acomodada ingles. Fue educado en la Universidad de Oxford, donde recibió su bachiller en humanidades, y posteriormente una Maestría y Doctorado. Escribió numerosas obras en ingles, muchas de las cuales han sido traducida al español. Entre sus obras mas importantes tenemos; “Lideres Cristianos del Siglo Dieciocho”, “Pensamientos Expositivos en los Evangelios: (4 volumenes)”, “La Santidad: Su naturaleza, obstáculos, dificultades y raíces”, entre otros.
Adaptado de: J. C. Ryle, “Prayer” in Practical Religion: Being Plain Papers on the Daily Duties, Experience, Dangers, and Privileges of Professing Christians (London: Charles Murray, 1900). 67-72.