En las siguientes semanas, escribiremos un articulo cada semana sobre los orígenes del cristianismo evangélico en Sudamérica. Por razones de tiempo y espacio, nos centraremos solamente en países sudamericanos de habla hispana y desde el siglo XIX en adelante, que es cuando como países sudamericanos logramos nuestra independencia. Debido al espacio limitado no hablaremos sobre países de Centroamérica, ni tampoco Brasil. Examinaremos la historia del cristianismo sudamericano a través de dos ángulos: Denominaciones y Países (ordenados de manera alfabética). Comenzaremos esta serie con un breve articulo sobre la historia de los Bautistas en Sudamérica. La introducción y la conclusión han sido escritas por el editor de Teología para vivir: Daniel Caballero, y el cuerpo del mismo es una adaptación del libro:
Deiros, Pablo A. La Conquista (1880-1916), en Historia del Cristianismo: El testimonio protestante en América Latina. 1a ed. Vol. 6. Formación Ministerial. Buenos Aires, Argentina: Ediciones del Centro, (2012); 121-172.
El protestantismo denominacional misionero se apoyó básicamente en la labor pionera de las sociedades bíblicas, que abrieron el camino. Los misioneros fueron enviados por las juntas misioneras u organismos eclesiásticos constituidos para ese fin en Europa y especialmente en los Estados Unidos. No obstante, América Latina fue uno de los últimos campos en ser descubiertos por las misiones protestantes mundiales.[1]
Historia de los Bautistas en Sudamérica.
Argentina. El primer culto evangélico celebrado en suelo argentino fue conducido por Diego Thomson, el domingo 19 de noviembre de 1819, en la casa de un tal Juan F. Dickson. Este culto consistió en la “exposición de las Escrituras, exhortación y oración,” y la concurrencia fue de sólo nueve personas, todos hombres.[2] Los bautistas, sin embargo, datan sus comienzos en Argentina desde la llegada al país de Pablo Besson (1881). Besson inició su obra en la colonia de Esperanza, provincia de Santa Fe. En 1883 se trasladó a Buenos Aires, donde en agosto del año siguiente comenzó la predicación en castellano. La gran contribución de Besson fue su lucha por la libertad de conciencia, el registro civil y la municipalización de los cementerios. Además, Besson fue un destacado erudito, que hizo un notable aporte a través de sus escritos y su traducción del Nuevo Testamento. Cuando llegaron los primeros misioneros de los bautistas del sur de los Estados Unidos (1903), Besson ya tenía organizadas tres iglesias, dos en Buenos Aires y una en Sante Fe.[3]
Los bautistas del sur enviaron a Sidney M. Sowell en 1903, y pronto siguieron otros. Con su aporte, las iglesias bautistas iniciaron un período de gran avance. En 1909 se organizó la Convención Evangélica Bautista de Río de la Plata, que comenzó a publicar la revista El Expositor Bautista y a coordinar el trabajo de las diferentes congregaciones. En 1912 los misioneros bautistas del sur fundaron un seminario para la formación de los líderes nacionales. Este seminario (hoy Seminario Internacional Teológico Bautista) ha desarrollado su ministerio de educación teológica y formación ministerial hasta el presente y al servicio de todas las iglesias evangélicas.
Bolivia. El trabajo bautista en este país es considerado pionero y conocido por sus mártires.[4] Le cabe a Archibaldo B. Reekie, de la Misión Bautista Canadiense, el honor de haber comenzado una tarea misionera ininterrumpida en 1898. Su primera visita al país fue en 1896, cuando todavía era estudiante. Su informe fue decisivo para la Misión, que lo envió a Oruro, donde en junio de 1898 organizó la primera escuela dominical en el país. El 1de febrero de 1899 se abrió la primera escuela diurna protestante. El primer culto de predicación tuvo lugar en Oruro en mayo de 1899, y los primeros bautismos se efectuaron en abril de 1902. En 1899 llegó al país el matrimonio Rutledge, que abrieron la obra en La Paz, mientras que en 1901 hicieron lo propio el matrimonio Mitchell, que la comenzaron en Cochabamba.
Cuando Reekie partió para su primer período de descanso en 1905, ya se habían abierto nuevas posibilidades para la empresa misionera. Hasta entonces, la Constitución boliviana prohibía “el ejercicio público de cualquiera otra religión” que no fuese la católica. El Código Penal establecía la pena de muerte para los infractores. Hubo muchas dificultades y persecuciones, y la lucha por la libertad de conciencia fue ardua. No obstante, la obra continuó expandiéndose.[5] En la década de 1908 a 1918 ingresaron a Bolivia varios otros misioneros canadienses (Chiriotto, Baker, Wilkinson, Stockwell y Morton).
William H. Brackney: “La identidad denominacional de Archibald Reekie como bautista dejó una profunda impresión en Bolivia. Reekie había aprendido bien en sus contextos local y regional en Canadá la importancia de la autonomía congregacional para el desarrollo de la iglesia y la predicación evangelizadora. De profesores como Alberto H. Newman en McMaster, se embebió de una herencia de libertad religiosa y de proceso de decisión democrática. En Bolivia, Reekie y sus sucesores siguieron los logros políticos del Partido Liberal en las reformas del gobierno y asistieron en el desarrollo de instituciones locales tales como escuelas para los ciudadanos comunes. Su elección de una ciudad minera como Oruro para sus comienzos misioneros en lugar de La Paz o Sucre, donde dominaban fuerzas más conservadoras, demostró su inclinación política democrática. Como pioneros de los protestantes, los bautistas crearon un nuevo significado para la libertad del alma y el sacerdocio de todos los creyentes frente a siglos de instituciones católicas. Y, a su debido curso, serían los bautistas quienes liderarían en las reformas agrarias en Huatahata, donde los campesinos recibieron títulos de propiedad sobre tierras de cultivo. Los bautistas bolivianos en las generaciones que siguieron del siglo XX evolucionaron como una comunidad evangelizadora progresista con preocupación social.”[6]
Chile. En la década de 1880–1890, llegaron a Chile numerosos inmigrantes alemanes, radicándose muchos de ellos en el sur (Purén, Contulmo, Púa y Victoria). Entre ellos había varios bautistas. Un laico de gran espiritualidad, Felipe Meier, inició un gran avivamiento entre los colonos, organizándose así unas tres iglesias bautistas. En 1892 organizaron la primera iglesia bautista en Contulmo, y luego otra, según parece, en Quillem. Los cultos eran en alemán. Sin embargo, fueron los hermanos Germán y José Lichtenberg quienes comenzaron a celebrar reuniones en castellano. Del esfuerzo de ellos surgieron varios predicadores nacionales (Abraham Chaves, José Sáez, y más tarde su hijo José Tenorio, Juan Antonio Gatica, Manríquez y otros). Estas iglesias finalmente pasaron a la Alianza Cristiana y Misionera, gracias al ministerio del misionero Enrique Weiss, el primero de esa denominación recién formada en Chile.
En 1888 llegó a Talcahuano el bautista escocés Guillermo D. T. MacDonald. Al quedarse sin trabajo en 1891, se mudó a Santiago y comenzó a servir como colportor. Más tarde volvió a mudarse, esta vez a Temuco. En 1899 se incorporó como misionero a la Alianza Cristiana y Misionera, con quienes trabajó por siete años. En enero de 1908, en base a sus convicciones doctrinales, MacDonald rompió su compromiso con la Alianza. Bajo su liderazgo llegó a consolidarse el trabajo de los bautistas. A su vez, MacDonald se puso en contacto con un tal Roth, un pastor de Sâo Paulo (Brasil), que le recomendó escribir al Dr. Bagby, el primer misionero de los bautistas del sur en ese país. Bagby recibió la carta cuando estaba a punto de ir a Bahía para la formación de la Convención Nacional de los Bautistas de Brasil. Bagby compartió la carta de MacDonald y la asamblea lo comisionó a viajar a Chile, para abrir allí un campo misionero. Por sugerencia de Bagby, el pequeño grupo de iglesias lideradas por pastores bautistas y otros delegados se organizaron como la Unión Evangélica Bautista de Chile, el 26 de abril de 1908. Los bautistas brasileños, y más tarde los argentinos, ayudaron a la naciente obra. Finalmente, en 1917 llegaron al país los bautistas del sur, que establecieron la obra en forma permanente y orgánica. Su primer misionero fue Guillermo E. Davidson.[7]
Perú. El trabajo bautista en Perú tiene sus antecedentes en las labores de Diego Thomson. Hacia 1880 llegaron algunos contingentes de inmigrantes irlandeses, que huían del hambre y de las opresivas condiciones políticas y sociales en Irlanda. Entre ellos había bautistas que mantuvieron una obra de carácter étnico. Más tarde, extendieron su testimonio a los indígenas, entre quienes constituyeron algunas congregaciones. No obstante, la presencia bautista no se hizo notar hasta 1927, cuando los irlandeses retomaron su interés misionero en Perú y se establecieron en Tacna y Puno, y más tarde en Moquegua. En 1933 llegaron los primeros misioneros irlandeses.[8]
Conclusión.
Nuestros futuro como Iglesia Sudamericana esta enraizado en nuestro pasado. En un sentido muy cierto lo que hacemos hoy es una consecuencia de lo que hicimos ayer, y lo que haremos mañana de lo que estamos haciendo hoy. Nuestro futuro esta muy ligado a nuestro pasado, y a menos que podamos como Iglesia entender el mismo no podremos afectar inteligentemente nuestro presente a fin de dejarle un legado diferente a las generaciones por venir. Que el Señor nos ayude.
Mas artículos sobre la serie: aquí.
Mas artículos del autor: aqui.
Sobre el autor:

Pablo Deiros (1945-), es un pastor y teologo Paraguayo. Se mudó con sus padres a Argentina cuando era muy niño. En este país cursó sus estudios primarios, secundarios y universitarios. Fue ordenado pastor a los 22 año y durante muchos años ha sido profesor de historia del cristianismo en el Seminario Bautista Internacional y en numerosas ocasiones ha sido profesor invitado en otros seminarios teológicos como el Southwestern Theological Seminary y Princeton Theological Seminary. Es Pastor de una Iglesia Bautista en Buenos Aires, Argentina. Fue secretario ejecutivo de la Asociación de Seminarios e Instituciones Teológicas durante siete años. Actualmente es rector del Seminario Internacional Teológico Bautista en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina. Ha publicado mas de 35 libros en castellano, varias traducciones al inglés, como así también artículos en diccionarios y enciclopedias y en revistas. Entre sus obras se tiene: Diccionario Hispano-Americano de la misión. (2006); Liderazgo Cristiano: Formación Ministerial (2008); Historia del Cristianismo: El Testimonio Católico Romano en América Latina (2012); Historia del Cristianismo: El cristianismo denominacional (1750 al Presente); (2012); Historia del Cristianismo: El testimonio protestante en América Latina (2012), entre muchos otros.
Notas:
[1] Pablo A. Deiros, Historia Del Cristianismo: El Testimonio Protestante En América Latina, 1a ed., vol. 6, Formación Ministerial (Buenos Aires, Argentina: Ediciones del Centro, 2012), 137.
[2] Arnoldo Canclini, Génesis y significado de los primeros grupos protestantes en Buenos Aires (Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia, 1982), 38.
[3] Sobre Besson, ver Santiago Canclini, Pablo Besson: un heraldo de la libertad cristiana (Buenos Aires: Junta de Publicaciones de la Convención Evangélica Bautista, 1933).
[4] Ver Norman H. Dabbs, Dawn Over the Bolivian Hills (n.l.: Canadian Baptist Foreign Mission Board, 1952).
[5] Anderson, Historia de los bautistas, 3:103–114,
[6] William H. Brackney, “The Legacy of Archibald B. Reekie,” International Bulletin of Missionary Research 28:2 (abril 2004): 81.
[7] William H. Brackney, “The Legacy of Archibald B. Reekie,” International Bulletin of Missionary Research 28:2 (abril 2004): 133–157. Ver también, Agnes Graham, Pioneering with Christ in Chile (Nashville: Broadman Press, 1943); José L. Hart, Gospel Triumphs in Argentina and Chile (Richmond: Educational Department of the Foreign Mission Board of the Southern Baptist Convention, 1925); y Roberto Cecil Moore, Hombres y hechos bautistas de Chile (Santiago: Editoriales Evangélicas Bautistas, n.f.), 7–16.
[8] Russel, Baptist Witness, 194–198; Anderson, Historia de los bautistas, 3:127, 128.
Categorías:08-La Era Moderna (s. XIX), Deiros, Pablo, Teologia Historica