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La celebración del aniversario de la escuela dominical acaba de comenzar y la sala está llena de niños bajo la atenta supervisión de maestros y padres. Todos cantan con ánimo, ayudados por un acordeón y un par de guitarras, mientras que el líder los dirige con entusiasmo desde el escenario. El joven que está sentado al borde del escenario, mirando nerviosamente sus apuntes y láminas, no comparte la expectativa de los niños por la historia bíblica que pronto será presentada. Tal vez más pensativo que la mayoría, lo ahoga la duda acerca de la interpretación de la historia del Antiguo Testamento que está por contar. No hay nada de malo en sus ayudas visuales; y su habilidad para contar cuentos es conocida por su alto nivel. Pero hay algo que le inquieta. ¿Cómo lograr que esos acontecimientos que ocurrieron hace tanto tiempo, más de mil años antes de Jesucristo, les digan algo a estos jóvenes oyentes del siglo XXI?
La Escuela Dominical y las historias de la Biblia
Esta duda ciertamente no es algo nuevo. Supongamos que nuestro amigo (llamémoslo Joaquín) es alguien que fue criado en un hogar cristiano y en una iglesia viva basada en la Biblia. A lo largo de los años se le fue enseñando muy bien el contenido de la Biblia y ha aprendido diferentes formas de aplicarlo a su propia vida cristiana, asumiéndolo como la única manera «correcta» de vivir. Como maestro de la escuela dominical ha adquirido gradualmente cierta habilidad en este tipo de aplicaciones, pero nunca estuvo totalmente seguro de los principios sobre los que basaba su método; sin embargo, gracias a su interés en el estudio de la Biblia, comenzó a darse cuenta de la variedad de literatura que tiene la Biblia, además de los diferentes contextos históricos de sus hechos. No compartía las dudas de algunos libros que había leído acerca de la inspiración de la Biblia, pero sí estaba de acuerdo en las críticas que hacían a la manera poco sistemática de encontrar el significado original del texto y su forma de aplicarlo al presente, que hasta ese momento había aceptado sin cuestionar.
La invitación que le hicieron para hablar en la celebración del aniversario enfrentó a Joaquín con un problema, ahora nuevo para él: no podía rehacer el cuento para que estuviera de acuerdo con el material de la clase y con el programa de la escuela dominical (que desde el principio ni siquiera lo convencía). Su incomodidad acerca de este método de contar historias bíblicas se intensificó dos semanas atrás cuando escuchó a otro orador en un evento para niños, presentando la historia de David y Goliat. Lo había hecho muy bien y a los niños les encantó. Hubo mucho entusiasmo por la actuación y por la gran victoria de ese líder elegido por Dios; y el uso de ayudas visuales se había realizado con gran esmero y precisión; pero a Joaquín le había preocupado la forma en que el orador aplicó la historia. El muchacho disfrazado de Goliat traía los nombres de una cantidad de pecados infantiles en su pechera, y los iba revelando de uno por uno, a medida que el orador explicaba los distintos «Goliats» con los que nos podemos encontrar. Luego, un robusto David apareció en escena y mostró su arsenal: una honda etiquetada «fe» y cinco piedras rotuladas «obediencia», «servicio», «lectura bíblica», «oración» y «comunión». El orador omitió decir cuál de las piedras había matado a Goliat, lo que produjo cierta comicidad cuando Joaquín hablaba con sus amigos después de la reunión. Pero debajo de la risa estaba la verdadera sensación de incomodidad y confusión acerca de cómo debía aplicarse verdaderamente una historia de ese estilo del Antiguo Testamento.
Interpretaciones arbitrarias y sin sentido del Antiguo Testamento
Joaquín estaba preocupado por todo esto porque, seis meses atrás, él hubiera hecho lo mismo. Pero ahora, al subir al escenario, se sentía muy inseguro de lo que hacía. Había llegado a apreciar más la unidad y el progreso históricos de los acontecimientos bíblicos. De alguna manera, el salto ingenioso de Goliat a nuestros pecados, de las armas de David a nuestra fe y a las virtudes cristianas y, más significativamente, de David a nosotros mismos, le pareció que, aunque había sido creativo, era arbitrario. Entendemos bien porqué Joaquín se sentía tan intranquilo. Estaba por dar una charla que se basaba en el mismo tipo de acercamiento a los pasajes bíblicos, y aunque parecía que diría algo válido, no tenía razones claras acerca de su validez.
Esta historia de David y Goliat podría escribirse miles de veces de diferentes maneras, y podríamos hacerla que embonara perfectamente en tu situación o en la mía. Quizá seas maestro de escuela dominical, consejero de campamentos, voluntario de un club bíblico, o tal vez simplemente seas un cristiano común que está luchando con la pregunta sobre qué relevancia tiene el Antiguo Testamento en tu vida cristiana. O tal vez seas un padre cristiano que quiere llevar a sus hijos a entender la importancia de la Biblia y la utilización madura de las Escrituras. Cada vez que leemos la Biblia nos encontramos con este problema: la aplicación correcta del texto, el verdadero significado del antiguo texto para el mundo de hoy.
Para poder construir un puente que una el mundo antiguo con el hombre contemporáneo, debemos conocer qué tipo de vacío nos separa. No es una tarea fácil, pero debemos dar el primer paso. Si creemos que aun los niños pueden aprender a comprender algo de lo que Dios les dice por medio de la Biblia, entonces debemos aceptar un llamado constante a incrementar nuestro entendimiento de la Palabra de Dios, para poder construir puentes más seguros.
¿Para qué leer el Antiguo Testamento?
Antes de comenzar a construir nuestro puente, debemos hacernos una pregunta básica: ¿para qué queremos cruzar el abismo? Para muchos cristianos, el problema no es cómo leer el Antiguo Testamento, sino ¿para qué leerlo?
Algunas personas todavía están influenciadas por el clima intelectual del siglo XIX, que hizo mucho por debilitar una apreciación positiva del Antiguo Testamento. El postulado filosófico de la época llevó a muchas personas a concluir que la religión cristiana, tal como se encontraba en el Nuevo Testamento, no era más que la evolución natural de las ideas del hombre acerca de Dios. Por consiguiente el Antiguo Testamento fue visto como una expresión primitiva de la religión y, por lo tanto, pasado de moda. No sólo se consideraba precristiano por haber sido escrito siglos antes de los acontecimientos del evangelio, sino también como sub-cristiano por no alcanzar las alturas éticas y teológicas del Nuevo Testamento. Y, aunque muchas personas no comparten tales opiniones acerca del Antiguo Testamento, en la práctica adoptan una actitud similar, pues lo ven sólo como un telón de fondo para las enseñanzas del Nuevo Testamento. Tal vez digan que no están negando la importancia teológica del Antiguo Testamento pues están convencidos de la inspiración y autoridad de la Biblia entera, pero en la práctica, tales personas pueden usar el Antiguo Testamento menos que otros cristianos que no tienen una actitud tan elevada con respecto a la inspiración divina de los textos.
Irónicamente, el punto de vista evangélico sobre las Escrituras puede empeorar aún más este problema. Por un lado, el «evolucionista» está satisfecho cuando llama primitivas y burdas esas partes del Antiguo Testamento que encuentra moralmente ofensivas. Por otra lado, el «conservador» tiene que encontrar alguna forma de reconciliar su opinión, de que el Antiguo Testamento es la Palabra de Dios, con cosas como la masacre israelita de los cananeos, las maldiciones para los enemigos expresadas en algunos salmos, o la amplia aplicación de la pena capital en la ley de Moisés.
Pero incluso, si esas partes del Antiguo Testamento no parecen ser moralmente repudiables para el cristiano «conservador», el problema es que otras le parecen totalmente irrelevantes.
Para un tercer grupo de personas, el problema con el Antiguo Testamento es que simplemente, en términos generales, lo encuentran árido y sin interés; desconocen los términos que se utilizan, y les parece exagerado y confuso. Cualquiera que sea su punto de vista sobre la Escritura, el mero peso y complejidad de esta colección de libros antiguos (más de tres veces el volumen del Nuevo Testamento) los lleva al aburrimiento, a la apatía y al desgano, antes que a un rechazo deliberadamente razonado.
Hay una forma muy simple en que la gente evita esas dificultades: ¡se dedica al estudio del Nuevo Testamento! Así, es poco probable que sus conciencias los molesten por descuidar el Antiguo. Y después de un tiempo, el Antiguo Testamento sale totalmente de su vista, sin que ellos sientan ningún remordimiento.
¿Por qué otras personas sí leen el Antiguo Testamento?
Felizmente, hay personas que sí leen el Antiguo Testamento. La convicción de que el Antiguo Testamento es parte de la revelación escrita de Dios es, sin duda, la causa de que lo lean. Pero también, cuando se interpreta correctamente, el Antiguo Testamento es muy interesante, tanto para grandes como para chicos. Los maestros de niños y los diseñadores de programas de estudio de las escuelas dominicales están entre los usuarios más constantes de las narrativas del antiguo Israel, porque contienen una riqueza de aventuras e intereses humanos que pueden atrapar la imaginación de los niños de todas las edades. Si cuentas un buen cuento sobre una de las batallas de Israel, tendrás a los niños sentados en los bordes de sus asientos. No obstante, los obstáculos abundan para el maestro que quiere buscar un mensaje cristiano en el Antiguo Testamento, y tal vez no le serán evidentes hasta que entienda la unidad total de la Biblia.
Adaptado de: Graeme Goldsworthy, “Evangelio y Reino: Una interpretación cristiana del Antiguo Testamento”, (Libros Gran Panorama, 2014), 7-13.
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Acerca del autor:

Graeme Goldsworthy (1934-). Cambridge University (MA), Union Theological Seminary (ThM, PhD). Teólogo Australiano, especialista en estudios del Antiguo Testamento y Teología Bíblica. Ocupo la cátedra principal en Teología Bíblica en ‘Moore Theological College’ Australia, hasta su retiro. Goldsworthy a través de Moore a popularizado y aplicado la Teología Bíblica a la Predicación durante todo su ministerio. Entre sus obras mas conocidas se encuentran; “Como Predicar de Cristo usando Toda la Biblia”, “El Cordero y el León”, “El Evangelio y El Reino”, “De acuerdo al Plan: El Desarrollo de la Revelación de Dios en la Biblia”, entre mucho otros.
Muy bueno, el artículo me ha dado una perspectiva adicional para enfocar el AT, tienen ustedes algún programa de escuela dominical que me puedan compartir, gracias y bendiciones.
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