Teologia Publica

LOS EVANGÉLICOS Y LA TEORÍA CRÍTICA DE LA RAZA , por Carl Trueman

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por Carl R. Trueman

       Durante muchos años, aparte de las esporádicas erupciones en la sociedad americana, el tema de la raza ha hecho de fantasma de Benito en el banquete evangélico americano: un huésped inquietante, no bienvenido, algo pasivo. Pero las recientes tendencias de la opinión pública americana, alimentadas por los informes de violencia policial, han hecho de la raza un tema ineludible, feroz y divisorio. La Teoría Crítica Racial (CRT por sus siglas en ingles = Critical Race Theory), promovida por activistas progresistas y adoptada por muchos intelectuales evangélicos, se ha convertido en el shibboleth: ¿Estás a favor? ¿O está en contra? Un movimiento evangélico que ya ha sido forzado hasta el punto de ruptura por la presidencia de Trump, ahora se enfrenta a la posibilidad real de desmoronarse por el tema de la raza.

La Convención Bautista del Sur y la Teoría Crítica Racial

       En ningún lugar esto es más evidente que en la Convención Bautista del Sur. En su reunión anual en 2019, la CBS aprobó una moción «Sobre la Teoría Crítica de la Raza y la Interseccionalidad».[1] El objetivo era mantener los dos lados juntos. La moción subordinaba la Teoría Crítica Racial a la Biblia pero permitía que ofreciera herramientas útiles.

       Este esfuerzo de moderación no satisfizo a los partidarios de la línea dura en ninguno de los dos lados. En julio, el pastor John Onwuchekwa sacó a su congregación de Atlanta de la Convención Bautista del Sur debido a lo que él consideraba como el fracaso de la Teoría Crítica Racial para tratar los temas raciales con suficiente urgencia. Sólo unos meses antes, un nuevo grupo de pastores de la Convención Bautista del Sur fundó la Red Bautista Conservadora, una coalición para aquellos que ven a la Convención Bautista del Sur como peligrosamente blanda en cuanto a los » wokeness » en sus filas.[2] Más recientemente, los presidentes de los seis seminarios de la Convención Bautista del Sur emitieron una declaración pública, declarando que la Teoría Crítica Racial es incompatible con la Fe y el Mensaje Bautistas (el estándar doctrinal de la Convención Bautista del Sur). La respuesta polarizada a esta declaración indica cuán profundo es el desacuerdo sobre la Teoría Crítica Racial en los círculos bautistas del sur.

La Teoría Crítica Racial se auto-válida

       La Teoría Crítica Racial, al igual que otras teorías críticas, como el postcolonialismo o la teoría queer, por ejemplo, se certifica a sí misma. Sus afirmaciones básicas, por ejemplo, de que el racismo es sistémico o que ser no racista es imposible, no son conclusiones extraídas de argumentos. Son axiomas y no pueden ser cuestionados por quienes no están de acuerdo con ellos. Aquellos que disienten o ofrecen críticas son, por definición, parte del problema.

       Esta pauta puede verse en las reacciones de los expertos ante el hecho de que, en las recientes elecciones, Donald Trump aumentó su apoyo entre los latinos y los afroamericanos. La mayoría de nosotros interpretaría estos resultados electorales como una indicación de que quizás el apoyo a Trump no era tan racista como muchos expertos han afirmado. Pero mejores, “más telepáticas”, mentes estuvieron en desacuerdo. Charles Blow, columnista del New York Times escribió: «Esto es personalmente devastador para mí: el voto de los hombres negros por Trump AUMENTÓ de un 13% en 2016 a un 18% este año. El voto femenino negro para Trump se duplicó del 4% en 2016 al 8% este año». En lugar de revisar su perspectiva sobre Trump, dijo que los resultados mostraron que «algunas personas que han sido históricamente oprimidas estarán con los opresores, y aspirarán al poder por proximidad». Las ganancias de Trump entre las minorías no eran por lo tanto evidencia de que Trump era menos racista de lo que se afirmaba. Sólo eran evidencia de que los oprimidos son tan estúpidos que frecuentemente votan por sus opresores.

¿De donde viene la teoría critica? 

       Nada saca a relucir el paternalismo elitista de los intelectuales de la izquierda más rápidamente que el hecho de que aquellos a los que busca liberar de la opresión muy a menudo no apoyan a sus causas progresistas. La teoría crítica comenzó en los años 30 con el trabajo de hombres como Wilhelm Reich, Erich Fromm, Herbert Marcuse y Theodore Adorno. Estos hombres desarrollaron doctrinas marxistas para explicar por qué el proletariado de lugares como Alemania se unió a los partidos nacionalistas de la derecha, como los nacionalsocialistas de Hitler, en lugar de aliarse con la izquierda para precipitar la revolución comunista. El proletariado, concluyeron, sufría de una falsa autoconciencia.

       La teoría crítica, cualquiera que sea la forma que adopte, se basa en el concepto de la falsa conciencia o un falso sentido de pertenencia – la noción de que los opresores controlan la sociedad tan absolutamente que los oprimidos creen que sus propios intereses son beneficiados por el statu quo. Esta es una idea maravillosa. ¡Permite que cada pieza de evidencia que podría refutar la teoría de uno se transforme en más evidencia de cuán profundo y comprensivo es el problema de la opresión! Si los trabajadores pobres de las fábricas compran casas en los suburbios y votan por los republicanos, no es un hecho que requiera repensar las teorías de Marx; no, sino que es una señal de cuán todopoderosa se ha vuelto la ideología burguesa que ha convencido incluso a los pobres que oprime.

       Erich Fromm y compañía pensaron en términos de clase y economía. Ibram X. Kendi y sus aliados piensan en términos de raza y discursos de poder. Pero el giro postmoderno no cambia la lógica básica. Como solía decir un antiguo colega: «mismo caballo, diferente jinete.» La Teoría Crítica Racial, es el caballo marxista, montado por el jinete de la política de identidad en lugar del jinete de la lucha de clases.

La Teoría Crítica Racial y el Marxismo 

Compare la lógica de la Teoría Crítica Racial con la infame carta circular del Presidente Mao del 16 de mayo de 1966, un documento fundacional de la Revolución Cultural China:

Justo cuando comenzamos la contraofensiva contra los salvajes ataques de la burguesía, los autores del esquema plantearon la consigna: «todos son iguales ante la verdad». Este es un eslogan burgués. Negando completamente la naturaleza de clase de la verdad, utilizan esta consigna para proteger a la burguesía y oponerse al proletariado, oponerse al marxismo-leninismo y al pensamiento de Mao Tse-tung.

Sustituyan «blanco» por «burgués» y «raza» por «clase»: Precisamente esta lógica permite a la Teoría Crítica Racial asumir la ilegitimidad de absolutamente cualquier cosa que cuestione su relato o visión de la realidad.

La Teoría Crítica Racial y Black Lives Matter (Las Vidas de Color importan)

       La Teoría Crítica Racial es norteamericana en su origen y contenido, pero Black Lives Matter (Las Vidas de Color importan) le ha dado vigencia en todo el mundo. La gente en países donde el racismo no está en función del color de la piel o de la historia de la esclavitud ha adoptado sus lemas y acciones. En esto vemos el último acto del imperialismo pop-cultural estadounidense, que emana de las salas de seminarios de las universidades de élite en lugar de Disney World.

       La atracción es obvia: La Teoría Crítica Racial se basa en premisas simples y terapéuticas. No deja espacio para la discusión o la duda. A pesar de su sofisticado lenguaje, la Teoría Crítica Racial retrata la vida como un juego de suma cero. Algunas personas no tienen poder. Luchan y no prosperan. Esto sucede porque alguien más les ha arrebatado el poder y los oprime de manera continua e implacable. La opresión se ha solidificado en un sistema de auto-justificación. Hay una explicación exhaustiva para todos los males que sufrimos.

       Esas premisas hablan poderosamente a la imaginación moral de nuestra época. Tenemos la creencia de que, con suficiente buena voluntad, inteligencia y recursos, nuestros problemas sociales pueden ser resueltos y los males erradicados. Esta fue la idea detrás de la Guerra contra la Pobreza en la década de 1960, así como otros ambiciosos esfuerzos para transformar la sociedad. Si creemos que existen soluciones, entonces se deduce que alguien tiene la culpa de los problemas persistentes como la pobreza o los desequilibrios raciales en los logros. Los que están en el poder deben carecer de la voluntad de encontrar soluciones, o son demasiado egoístas para asignar recursos. El utilitarismo como filosofía moral se suma a esta suposición de que alguien tiene la culpa de los males sociales. Jeremy Bentham sostuvo que la mayoría de los males sociales podrían ser aliviados si la gente racional aplicara el principio del mayor bien para el mayor número. Que no lo hagan puede explicarse sólo por su pérfido carácter y su esclavitud a las viejas formas de pensamiento.

“Quien no esta con nosotros esta contra nosotros”

       Dados estos modernos enfoques del problema del mal, la Teoría Crítica Racial crítica es extremadamente seductora. ¿Quién quiere ser culpable de estar del lado de los opresores en vez de ser solidario con las víctimas de la injusticia? La teoría es igualmente difícil de oponer, ya que niega la legitimidad de los argumentos que la cuestionan. La retórica del «quien no está con nosotros está contra nosotros» asegura que incluso las dudas más tímidas parezcan, bueno, racistas.  ¿Cuántos de nosotros queremos identificarnos como aquellos que en contra de los «anti-racistas»? ¿Quién quiere parecer estar diciendo que las vidas de las personas de color no importan?

       Los puntos de vista omnicomprensivos y transformadores a menudo tienen una cualidad religiosa. La Teoría Crítica Racial no es una excepción. Tiene un lenguaje y una liturgia de credo, con palabras ortodoxas («privilegio de los blancos», «racismo sistémico») y acciones prescritas (levantar el puño, tomar la rodilla). Desviarse de las formas es desviarse de la fe. Ciertas palabras son heréticas («no racistas», «todas las vidas importan»). El eslogan «el silencio es violencia» es un arma retórica potente. No participar en la liturgia es rechazar el antirracismo que la liturgia pretende representar, algo que sólo un racista haría.

La infiltración de Teoría Crítica Racial en la comunidad evangélica norteamericana

       ¿Cómo es que un pensamiento tan radical como éste sacude ahora a las instituciones evangélicas norteamericanas como la Convención Bautista del Sur hasta sus cimientos? Parte de la respuesta se puede encontrar en el libro de Jemar Tisby «El color del compromiso».[3] El relato de Tisby sobre los evangélicos norteamericanos contiene mucho que es verdad. Hay innegablemente una historia vergonzosa que se cuenta sobre las iglesias protestantes blancas de Estados Unidos y su conexión con la esclavitud, la segregación y el racismo.

       George Whitefield y Jonathan Edwards fueron los líderes más importantes del Gran Despertar en la Norteamérica colonial, y ocupan un lugar importante en el panteón de los héroes evangélicos. Tisby destaca sus papeles como dueños de esclavos y los nombra defensores de la esclavitud. Estas no son nuevas revelaciones, y deben de hacerse matices: Edwards, por ejemplo, se opuso radicalmente a la trata de esclavos incluso cuando consideraba que la esclavitud como sistema económico era una institución autorizada por la Biblia en un mundo caído. El acta de acusación no se limita a Edwards y Whitefeld. En su tratamiento de los estandartes presbiterianos James Henley Thornwell y Robert Lewis Dabney, Tisby plantea preguntas difíciles. Luego pasa a la historia más reciente de la participación de la iglesia en la segregación y su oposición a los derechos civiles.

La vergonzosa historia racista de la iglesia norteamericana es cierta

       Estas verdades sobre la complicidad evangélica norteamericana con la esclavitud y las formas posteriores de racismo han sido reconocidas a menudo por los escritores evangélicos. Pero el reconocimiento suele funcionar como un aclaramiento de la garganta y precede a los argumentos a favor de las grandes figuras de la tradición y los logros del movimiento. Tisby obliga a los lectores evangélicos a enfrentarse al lado oscuro de sus héroes y a hacer un examen de conciencia. Concluye con sugerencias sobre cómo los cristianos de hoy deben abordar el pasado: hacer del Juneteenth un día festivo federal, reparaciones y el establecimiento de seminarios sólo para negros.[4]

       El “Color del Compromiso” plantea de manera puntual importantes asuntos para la discusión pública legítima y la persuasión. Sin embargo, el debate sobre la raza evangélica se está moviendo más allá de los duros desafíos que Tisby esboza. Él y otros insisten ahora en que el racismo es la esencia misma del evangelismo blanco americano.

       La reseña de Tisby en el New York Times de White Too Long, titulada “El legado de la Supremacía Blanca en el Cristianismo Americano” (The Legacy of White Supremacy in American Christianity)[5] por Robert P. Jones ofrece un ejemplo sorprendente.[6] Los últimos párrafos contienen una evaluación resumida de las implicaciones de la historia de racismo de América:

Los cristianos blancos tienen que enfrentar la posibilidad de que todo lo que han aprendido acerca de cómo practicar su fe ha sido diseñado para reforzar explícita o implícitamente una estructura racista. Al final, White Too Long parece presentar una elección descarnada: aferrarse al cristianismo blanco o a Jesús. No puede ser ambas cosas.

¿Todo lo que se enseña en la Escuela Dominical y se proclama desde el púlpito es antitético a la verdadera fe cristiana? Esa es una declaración muy radical.

La Teoría Crítica Racial no ataca las formas, sino con la esencia del cristianismo

       Si la afirmación de Tisby de que los cristianos blancos deben reconocer las dimensiones culturales de sus prácticas de adoración y reconocer que no son algo natural y normativo para todos, no sería algo particularmente controvertido. Mi esposa y yo llegamos como adultos a los EE.UU. Durante años después de nuestra llegada, con frecuencia nos comentábamos mutuamente que nunca nos sentíamos más como extraterrestres que los domingos en la iglesia, lo que resulta irónico, dado que compartimos una fe con aquellos con los que adorábamos. Pero los servicios de la iglesia aquí en Estados Unidos son muy diferentes. El himnario no es el Salterio Escocés. Incluso en los himnos familiares, las diferentes letras se tocan a menudo a un ritmo más rápido. «Hay tan poco lamento y confesión de pecado en la adoración norteamericana», dice mi esposa a menudo. Los sermones tienen muchos más chistes, menos urgencia existencial, muy diferentes prioridades doctrinales, y mucho menos aplicaciones prácticas que de donde venimos. En resumen, hemos encontrado que la adoración es muy estadounidense y a menudo irritante. Está extremadamente saturada en la cultura americana, de la misma manera que nuestro culto en casa estaba saturado de la cultura de las Tierras Altas escocesas. Sin embargo, no llegamos a la conclusión de que todo lo que los cristianos norteamericanos creen está mal.

       Tisby no sólo afirma que la estética exterior y el énfasis doctrinal del cristianismo blanco plantean problemas para los cristianos negros; él está efectivamente afirmando que los cristianos que son blancos no pueden ser cristianos en ningún sentido verdadero. Este juicio categórico es sorprendente. También es irrefutable en sus propios términos, dada la inherente negación de la condición legítima a todo lo que los cristianos blancos puedan creer o decir en respuesta. «Por supuesto, los cristianos blancos se opondrán a mi desestimación sumaria de su fe», podemos imaginarnos a Tisby diciendo. «Eso es lo que su degradante version racista del cristianismo les enseña a hacer.»

La Teoría Crítica Racial y el reduccionismo histórico 

Ahora, debemos tener cuidado de no leer demasiado en el comentario agudo de un escritor. Todos hemos dicho cosas con efecto dramático que matizaríamos o retiraríamos si se nos desafiara a ser más rigurosos. Pero hay señales de que este tipo de juicios de todo o nada están haciendo fuertes incursiones en la corriente principal del pensamiento evangélico.

       En un artículo de Coalición por el Evangelio (The Gospel Coalition) titulado «Por qué aborrezco Agosto», K. Edward Copeland, un pastor afroamericano, escribe con pasión sobre los recientes acontecimientos en Kenosha, desencadenados por el tiroteo policial de Jacob Blake y que culminó con el asesinato de Kyle Rittenhouse de dos personas involucradas en las protestas posteriores.[7]

       La emoción de Copeland está justificada. Pero su enfoque es sumamente preocupante. Insiste en que debemos descartar desde el principio cualquier pensamiento de complejidad moral:

Si su impulso por adelantado es tratar de justificar los siete u ocho agujeros de bala en el cuerpo de Jacob Blake, bueno el no era un ángel. ¿Qué había en su sistema? Probablemente estaba buscando un arma. Debió de haber obedecido. No tenemos todos los hechos, sólo considera los hechos que realmente conocemos de Kyle:  Tomó vidas frente a testigos físicos y digitales. Él está vivo. No hay agujeros de bala en su cuerpo. Será acusado y juzgado en un tribunal, y no en la calle, como debería ser en una sociedad justa.

Copeland en su articulo para Coalición por el Evangelio (The Gospel Coalition) se equivoca al sugerir que investigar las circunstancias del tiroteo de Blake debe ser un intento de justificarlo o minimizarlo. Hacer preguntas sobre el contexto de una acción no es en sí mismo para excusarla o racionalizarla. Un cristiano con una comprensión paulina de la condición humana caída debe, de todas las personas, ser consciente de la complejidad moral de la agencia humana. Es esta conciencia la que nos lleva a distinguir entre el asesinato y el homicidio, entre los daños intencionales y los causados por negligencia culpable. El juicio moral responsable requiere que consideremos las circunstancias, contextos y motivos.

       A Copeland le preocupa que algunos respondan a sus pensamientos con gritos perezosos de «¡teoría crítica de la raza!» o «¡marxismo cultural!» La preocupación está bien fundada. El mundo evangélico presenta cada vez más una retórica imprudente en ambos lados del debate de la teoría crítica de la raza, retórica destinada a excluir la conversación antes de que haya comenzado. Sin embargo, si uno desea evitar ser acusado de utilizar la Teoría Crítica Racial, entonces debe evitar un registro moral plano que trate errores históricos muy distintos según un solo tema de opresión racial.

La destrucción de la responsabilidad de personal

       Las teorías críticas definen las injusticias principales como sistémicas. Esto significa que todos son cómplices, aunque nadie en particular sea responsable. El sistema es inmoral; los agentes y actos individuales reflejan los males del sistema. Este análisis genera una fuerte tendencia hacia un registro moral aplastado sin escala ni jerarquía. Todos los actos racistas, sexistas u homofóbicos manifiestan y refuerzan la maldad del sistema. Todos los actos, e incluso las palabras, están teñidos de violencia: Un insulto se describe en términos que consideramos apropiados a un golpe con el puño («asalto verbal»). Al hablar todo el tiempo de «racismo sistémico», socavamos nuestra capacidad de distinguir entre los grados de maldad, lo cual es necesario no para excusar los actos de maldad, sino para clasificarlos en una escala moral. En su reflexión en Coalición por el Evangelio (The Gospel Coalition), Copeland pasa de Emmett Till a través de Martin Luther King Jr. a Jacob Blake, una secuencia sin distinciones. Este es el registro de la teoría crítica, y así el lector de Copeland no es descabellado al sospechar que se encuentra con la Teoría Crítica Racial.

       Un artículo de Christianity Today sigue el mismo patrón. En «La impactante necesidad de la violencia racista» (The Shocking Necessity of Racist Violence) Christina Barland Edmondson escribe: «La llamada fe compartida de cristianos blancos y negros no protege de la violencia hacia los Emmett Tills, Tamir Rices o George Floyds de la sociedad».[8] Los tres nombres representan muertes en tres circunstancias muy diferentes: Till murió a manos de racistas que deliberadamente se propusieron matarlo; Rice fue disparado por un policía mientras apuntaba una pistola de juguete; Floyd murió en el curso de un arresto. Los tres incidentes poseen diferentes grados de complejidad moral. Reconocer esto no es excusar ninguna de las muertes ni declarar ninguna de ellas justificada. Pero mezclar los tres implica que la violencia racista define la realidad moral.

       En otro lugar declara Edmondson en Christianity Today: «El diseño mismo del cristianismo blanco existe para mantener la falsa piedad y cauterizar las conciencias de los blancos contra la opresión y la explotación de los negros». De nuevo, si la afirmación de que algunos, muchos, o incluso todos los cristianos blancos están en algún nivel involucrados en el racismo, uno podría debatir el asunto con apelaciones a la evidencia. Pero este no es un argumento sobre los cristianos blancos. Es una afirmación axiomática sobre el «cristianismo blanco», una categoría que permanece indefinida. ¿Qué es el cristianismo blanco? ¿Comprende a los creyentes rusos ortodoxos en Moscú? ¿A los luteranos progresistas en Finlandia? ¿Las personas de piel blanca que se reúnen para orar y adorar practican inevitablemente el «cristianismo blanco»? Edmondson habla de la «llamada fe compartida de los cristianos blancos y los cristianos negros»… «llamada», porque la supuesta fe de uno es de hecho un instrumento para oprimir al otro. En este sentido, los blancos y los negros no comparten nada. ¿Esto se debe a que los formados por el «cristianismo blanco» no son cristianos en absoluto («falsa piedad»)?

La Teoría Crítica Racial controla los medios principales de comunicación 

       Declaraciones categóricas y condenas del tipo que alienta la Teoría Crítica Racial son difíciles de cuadrar con una fe cuyo fundador ordenó que no juzguemos, para no ser juzgados. Pero tal vez estoy ofreciendo una versión cristiana blanca del Sermón de la Montaña. De acuerdo con la teoría crítica de la raza, estoy haciendo un cínico juego de poder para silenciar una voz con la que no estoy de acuerdo.

Los dos lados del debate racial están bien establecidos en el cristianismo norteamericano, especialmente entre los evangélicos. Pero no compiten en igualdad de condiciones. 

       Edmondson habla de poder social, pero parece no darse cuenta de que el poder social es un asunto complejo en estos días. Es una verdad paradójica pero omnipresente que quienes critican el «racismo sistémico» tienen acceso a los círculos de élite de la clase dominante, ya sea el New York Times o (en el pequeño mundo del evangelismo norteamericano) las publicaciones como Christianity Today, un privilegio que no suele concederse a sus críticos. Exponer las opiniones en tales publicaciones influyentes sin la seria posibilidad de ser cuestionadas en sus páginas, es seguramente una forma de poder social.

Teoría Crítica Racial y la conversación sobre el racismo en USA

       Esto me lleva al problema más grave de cómo se está desarrollando la conversación actual sobre la raza: No está sucediendo. No es sólo el resultado de los golpes de ladrillo que cada lado lanza al otro: «Marxismo cultural», «privilegio de los blancos». No hay conversación porque los organismos principales evangélicos como el Christianity Today, no promueven un diálogo respetuoso y reflexivo. R. Albert Mohler Jr. ha escrito en contra de la Teoría Crítica Racial; pero lo hizo para Public Discourse, y no para uno de los organismos principales evangélicos que uno pensaría estarían ansiosos de publicar su influyente voz. Se nos puede perdonar que nos preguntemos si los editores de Christianity Today darían a Mohler o a cualquier otro crítico de la Teoría Crítica Racial el mismo acceso a las gruesas pulgadas de columna (mucho menos la misma inmunidad a la crítica) que han concedido a los escritores que hacen afirmaciones extremadamente radicales sobre el «cristianismo blanco».

       El atractivo de la teoría de la raza crítica para los evangélicos y otros cristianos es obvio. Se supone que los cristianos deben hablar por los débiles y los que no tienen voz. La narrativa de Tisby nos recuerda que cuando se trata de la raza, muy a menudo los cristianos americanos han hecho lo contrario. La simpatía por las víctimas y la culpa por el pasado son poderosos motivadores para aquellos cuyo Maestro cenaba con recaudadores de impuestos y prostitutas al tiempo que pronunciaba el ayuno de los ricos y poderosos. No es sorprendente, por lo tanto, que resulte atractivo un marco teórico que permita identificar y denunciar fácilmente el mal.  

       Pero cuando ese marco aplana nuestro juicio moral y borra las distinciones, hace culpable al «sistema» y guarda sus afirmaciones con un relato autocertificador de lo que debe afirmarse, se prepara el terreno no para la reconciliación cristiana sino para la amedrentación cultural, ya que toda disidencia es denunciada como racista.

Conclusión

       ¿Alguna de las principales revistas o sitios web de la corriente dominante evangélica publicará críticas mesuradas de la teoría crítica de la raza? Si no, entonces el Evangelicalismo no está teniendo una conversación sobre la raza; está recitando un coro. Esto es una tremenda tragedia porque, como muestra el libro de Tisby, lo que se necesita es una conversación real, no una postura conformista de «discurso profético» que imita el abrazo de la transgresión y la crítica del establecimiento secular como marcas de estatus de élite. Hay signos de esperanza. Race and Covenant, una nueva colección de ensayos del Instituto Acton editada por Gerald McDermott, se enfrenta a las preguntas difíciles pero evita las simplificaciones estridentes. Pero el Instituto Acton no posee el poder social y popularidad entre evangélicos del New York Times, Christianity Today, o la de los de Coalición por el Evangelio (The Gospel Coalition).

       Los líderes evangélicos deben calcular el costo de dejar que las afirmaciones retóricas como las de Edmondson y otros no sean seriamente cuestionadas. Al legitimar las presunciones del mal sistémico, la falsa conciencia y el discurso hegemónico, debemos prepararnos para que otras teorías críticas las usen contra los cristianos ortodoxos. Considere esta formulación: «El cristianismo heterosexual y de género dual existe para mantener la falsa piedad y cauterizar las conciencias de las personas heterosexuales y de género dual contra la opresión y la explotación de las personas homosexuales y transexuales». El próximo jinete puede usar una camisa de arco iris en lugar de una con el logo de BLM (Las Vidas de Color Importan). Pero estarán montando el mismo caballo. Parece que algunas de las instituciones más influyentes del evangelismo norteamericano ya han hecho apuestas para que dicho caballo sea el ganador. 

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Fuente: Publicado primero en: https://www.firstthings.com/article/2021/02/evangelicals-and-race-theory . Enero 2021

Acerca del autor:

Truemanedit-small1

Carl R. Trueman es profesor de la Escuela de Artes y Humanidades Calderwood en Grove City College, Pensilvania, y miembro principal del Instituto Fe y Libertad. Obtuvo su MA en la Universidad de Cambridge (Inglaterra) en 1988, y su PhD en la Universidad de Aberdeen (Escocia) en 1991. Ha escrito mas de una docena de libros, mundialmente reconocido en el ambiente académico. Su especialidad es en estudios de la Reforma. Entre sus libros se encuentran “Lutero en la vida cristiana: Cruz y Libertad” (en ingles); “La Reforma: Ayer, Hoy y Mañana” (en ingles); “John Owen: Católico Reformado, Hombre del Renacimiento” (en ingles), entre otros. Carl Trueman es considerado uno de los mas reputados historiadores a nivel mundial.

NOTAS

Fuente: Publicado primero en: https://www.firstthings.com/article/2021/02/evangelicals-and-race-theory . Enero 2021


[1] https://www.sbc.net/resource-library/resolutions/on-critical-race-theory-and-intersectionality/

[2] Woke es un término político originario de los Estados Unidos y se refiere a la percepción de que hay una conciencia de las cuestiones que conciernen a la justicia social y la justicia racial.

[3] https://www.amazon.com/Color-Compromise-American-Churchs-Complicity/dp/0310113601?tag=firstthings20-20

[4] Juneteenth, también conocido como Día de la liberación o Día de la emancipación, es una festividad no oficial estadounidense que conmemora el 19 de junio de 1865. En esa fecha se comenzó a celebrar la abolición de la esclavitud en el estado de Texas, EE.UU.: y más generalmente la emancipación de todos los afroamericanos esclavizados. Su nombre es una mezcla de las palabras en inglés «June» (junio) y «nineteenth» (decimonoveno), la fecha de la celebración. Juneteenth es reconocida como un día festivo especial en 45 estados.

[5] https://www.nytimes.com/2020/08/18/books/review/white-too-long-robert-p-jones.html

[6] https://www.amazon.com/White-Too-Long-Supremacy-Christianity/dp/1982122862?tag=firstthings20-20

[7] https://www.thegospelcoalition.org/article/why-i-hate-august/

[8] https://www.christianitytoday.com/ct/2020/october-web-only/shocking-necessity-of-racist-violence.html


[1] https://www.sbc.net/resource-library/resolutions/on-critical-race-theory-and-intersectionality/

[2] Woke es un término político originario de los Estados Unidos y se refiere a la percepción de que hay una conciencia de las cuestiones que conciernen a la justicia social y la justicia racial.

[3] https://www.amazon.com/Color-Compromise-American-Churchs-Complicity/dp/0310113601?tag=firstthings20-20

[4] Juneteenth, también conocido como Día de la liberación o Día de la emancipación, es una festividad no oficial estadounidense que conmemora el 19 de junio de 1865. En esa fecha se comenzó a celebrar la abolición de la esclavitud en el estado de Texas, EE.UU.: y más generalmente la emancipación de todos los afroamericanos esclavizados. Su nombre es una mezcla de las palabras en inglés «June» (junio) y «nineteenth» (decimonoveno), la fecha de la celebración. Juneteenth es reconocida como un día festivo especial en 45 estados.

[5] https://www.nytimes.com/2020/08/18/books/review/white-too-long-robert-p-jones.html

[6] https://www.amazon.com/White-Too-Long-Supremacy-Christianity/dp/1982122862?tag=firstthings20-20

[7] https://www.thegospelcoalition.org/article/why-i-hate-august/

[8] https://www.christianitytoday.com/ct/2020/october-web-only/shocking-necessity-of-racist-violence.html

3 respuestas »

  1. Finalmente una respuesta razonada y fundamentada sobre una problemática que cada vez adquiere mayores matices en este país. No soy ni blanco ni negro. Soy hispano. He tenido conversaciones con personas de ambos bandos y me aterra la forma en que se ha diluido el evangelio tanto en favor de una postura como de la otra. También, y aquí coincido plenamente con el autor, es vergonzoso, por decir lo menos, la manera en que revistas, programas de radio e incluso de televisión, se han hecho de la vista larga ya sea favoreciendo a un bando u otro. El evangelio no es ni blanco ni negro sino el mensaje de redención para toda criatura indistintamente de su nacionalidad o color de piel. Que se han cometido abusos y errores, eso es indiscutible; pero utilizar eso como una excusa para desatar una lucha racial dentro de las filas de la Iglesia es inaceptable.

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