El propósito principal de la crítica textual es poder cerciorarse, lo más preciso posible, qué lectura de cualquier pasaje en particular se acerca o refleja el original. El primer paso es clasificar la evidencia del manuscrito al punto de hacerlo manejable. En la medida en que la iglesia se volvió más institucionalizada, ciertas tradiciones de manuscritos particulares se volvieron el estándar de algunos lugares definidos. Otros artículos en esta serie aquí: «Se Cometieron Errores en el copiado del Nuevo Testamento?», y «La Transmisión del Nuevo Testamento«.
Tomemos como ejemplo las versiones Latinas. Al final del cuarto siglo hubo muchas traducciones Latinas del Nuevo Testamento, muchas de una calidad inferior. En el 382 d.C. Dámaso I, obispo[1] de Roma, vigiló el trabajo de Jerónimo para producir la mejor traducción Latina posible, que luego vendría a ser la versión “oficial”. El trabajo de Jerónimo llegó a ser el precursor de la Vulgata moderna. Dámaso, por su puesto, fue sabio en su política. Por ese tiempo muy pocas personas en el mundo occidental Mediterráneo podían leer Griego, y el trabajo de Jerónimo (que, curiosamente, recibió muchísimas críticas y pifias antes que sea universalmente aceptado en la iglesia occidental) añadió estabilidad y consistencia a una situación que se volvió intolerable.
Los manuscritos griegos del Nuevo Testamento son generalmente agrupados en “tipos de texto”. Esto quiere decir que los manuscritos pertenecientes a un tipo de texto particular presentan los mismos errores, las mismas variaciones de algunos pasajes cruciales y el mismo esquema general de desarrollo. Por su puesto, ya que todos los manuscritos en cualquier tipo de texto han sido copiados a mano, ni siquiera dos manuscritos en ninguna tradición textual son exactamente igual. Sin embargo, un manuscrito a menudo puede ser a asignado a cierto tipo de texto o a otro, y si un manuscrito refleja dos o más tipos de texto, se dice que es mixto.
La clasificación general más común de los tipo de textos esta resumida en el siguiente párrafo, pero debo señalar que la investigación continúa y la clasificación puede resultar un tanto idealizada. Un gran número de manuscritos tempranos disponen de un texto mixto que a menudo han sido estudiados. Sin embargo, aunque esta clasificación puede ser idealizada, los extremos de una variedad de tradiciones textuales han sido aislados. La única pregunta sería si es que estos extremos alcanzan un margen de testigos tempranos para que sean calificados con la expresión de “tipo de texto”. Estas aclaraciones no afectan mi argumento en este punto. y serán tratadas con mayor amplitud en el apéndice.
Tipos te textos
1.) El texto Bizantino: Esta es la tradición textual que, en su mayoría, se coloca detrás de la KJV (King James Version) y la RV (Reina Valera). Fue en gran parte preservada por el Imperio Bizantino, que continuó usando el griego, a diferencia del Imperio Romano (Occidente) y sus ramificaciones para quienes el latín fue la lengua común. Hay más manuscritos existentes en esta tradición que en las otras tres juntas; pero por otro lado, muchos de estos manuscritos son relativamente posteriores.
2.) El texto occidental: Hay una disputa académica considerable sobre este tipo de texto. Algunos eruditos sostiene que el Texto Occidental es la creación de un grupo de escribas cuyo trabajo se desarrolló en una mayor, y no menos, confusión ya que cada generación de escribas trabajó sin conocimiento y cuidado. Algunos afirman que en el corazón de esta tradición se encuentra un solo escriba. Otros argumentan que este tipo de texto no es lo suficientemente homogéneo para ser considerado una verdadera recensión[2] textual (es decir suficiente material disponible) y postulan que el manuscrito clasificado con la rúbrica “Occidente” proviene de la actividad indisciplinada y bastante descabellada de un escriba.
3.) El texto de Cesárea: Este tipo de texto probablemente se originó en Egipto y pudo haber sido traído a Cesárea por Orígenes. Tiene una combinación única de los textos de Occidente (arriba) y Alejandrino (debajo), provocando que algunos eruditos cuestionen que sea llamada un tipo de texto.
4.) El texto Alejandrino: Este tipo de texto fue probablemente preparado por escribas entrenados, con mayor probabilidad en Alejandría y sus regiones. F.J.A. Hort llamó a sus primeros ejemplares el “Texto Neutral” y los atribuyó una preeminencia que ha sido mitigada por investigaciones subsecuentes. Con todo el texto Alejandrino tiene excelentes credenciales, mucho mejores que las que sus críticos más duros han estado gustosos de concedérselas. Sobre esto tendré mucho más que decir posteriormente.
Conclusion.
La recuperación del Nuevo Testamento griego ha tenido una larga historia. La necesidad de recuperarlo surgió porque el texto del Nuevo Testamento fue afectado por muchas variaciones en su historia temprana. En la última parte del siglo I y en la primera parte del siglo II, las tradiciones orales y la palabra escrita existían lado a lado con la misma importancia—especialmente con respecto al material de los Evangelios. A menudo, los escribas cambiaban el texto en un intento de hacer concordar el mensaje escrito con la tradición oral, o para hacer concordar el registro de un Evangelio con el de otro. Para fines del siglo II y en el siglo III, muchas de las variantes significativas habían entrado a la corriente textual.
Sin embargo, el período temprano de la transmisión oral no fue totalmente dañado por la falta de exactitud al copiar los textos, o por las libertades que se tomaban los escribas. Había escribas que copiaban el texto con exactitud y reverencia—es decir, reconocían que estaban copiando un texto sagrado escrito por un apóstol. La formalización de la canonización no le adjudicó esta calidad de sagrado al texto. La canonización se realizó como resultado del reconocimiento común e histórico de la calidad de sagrados de varios libros del Nuevo Testamento. Desde el principio, ciertos libros del Nuevo Testamento, tales como los cuatro Evangelios, Hechos y las Epístolas de Pablo, fueron considerados literatura inspirada. Como tales, ciertos escribas los copiaron con fidelidad reverente.[3]
Acerca del autor:
Donald Arthur Carson, (1946-), es un erudito reformado del Nuevo Testamento nacido en Canada. Realizo estudios en Matemática Pura y Química en la Universidad McGill, luego un Mdiv, en Heritage Baptist College y Heritage Theological Seminary, y un PhD en Nuevo Testamento en la Universidad de Cambridge (Inglaterra). Desde 1978 sirve como profesor en Trinity Evangelical Divinity School, asimismo fue miembro fundador de ‘The Gospel Coalition’. Don Carson es actualmente uno de los eruditos mas respetados en la campo de Teología Biblica del Nuevo Testamento. Ha escrito 57 libros hasta el momento, y cientos de artículos académicos, entre sus numerosas publicaciones se tienen: “Falacias Exegeticas”, “El Debate sobre la version King James”, “Escándalo: La Cruz y la Resurrección de Jesús”, “La Dificil Doctrina del Amor de Dios”, “Introduccion al Nuevo Testamento”, “La Soberanía de Dios y la responsabilidad humana”, entre muchos otros.
[1] A menudo se habla de él como “Papa”; pero aunque la Sede romana tuvo puesto de honor en el occidente en el cuarto siglo, el obispo que ocupó la sede gozó muy poco del esplendor y autoridad ahora asociados con el título de “Papa”.
[2] Fase inicial para la realización de una edición crítica.
[3] Philip W. Comfort, “Los textos y manuscritos del Nuevo Testamento” en El Origen de la Biblia, ed. Philip Wesley Comfort y Rafael Alberto Serrano, (Carol Stream, IL: Tyndale House Publishers, Inc., 2008), 194-195
Adaptado y traducido de: Carson, D.A. The King James Version Debate. A plea for Realism, Capítulo 3, páginas 25-27. Por Esteban Palacios.
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